La Única Esperanza

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Capítulo 10—Las enseñanzas de Cristo

Entre los judíos, la religión se había transformado en una rutina de ceremonias. A medida que se apartaron del verdadero culto a Dios y perdieron el poder espiritual que imparte su Palabra, trataron de suplir esa falta añadiendo a la religión ceremonias y tradiciones de su propia invención. UE 54.1

Sólo la sangre de Cristo puede limpiar del pecado. Únicamente su poder puede librar a los hombres de pecar. Pero los judíos establecieron que para ganar la salvación dependían de sus propias obras y de las ceremonias de la religión. Debido al celo con que las realizaban, pensaban que eran justos y merecedores de un lugar en el reino de Dios. UE 54.2

Pero sus esperanzas estaban fijas en la grandeza mundana. Anhelaban riquezas y poder, y esperaban recibirlas como recompensa a su supuesta piedad. UE 55.1

Creían que el Mesías establecería su reino en esta tierra, para gobernar a los hombres como un príncipe poderoso. Esperaban recibir todas las bendiciones mundanales cuando viniera. UE 55.2

Jesús sabía que sus esperanzas se verían frustradas. El había venido para enseñarles algo mucho mejor que lo que ellos habían buscado. UE 55.3

El Salvador vino a restaurar el verdadero culto de Dios, a traer una religión pura y sincera, procedente del corazón, manifestada en una vida justa y en un carácter santo. UE 55.4

En el hermoso Sermón de la Montaña explicó lo que Dios consideraba más precioso, y lo que da verdadera felicidad. UE 55.5

Las lecciones de Cristo se dirigieron en primer lugar a sus discípulos, que estaban contaminados por las enseñanzas de los rabinos. Pero lo que les dijo a ellos, es válido también para nosotros. Necesitamos aprender las mismas lecciones. UE 55.6