La Única Esperanza

75/77

Capítulo 33—El hogar de la dicha eterna

En ocasión de la venida de Cristo será tiempo de destrucción sólo para quienes no lo aceptaron. Simultáneamente será un día de redención no solo para el pueblo de Dios, sino también para toda la tierra. UE 168.1

Dios creó el planeta para que fuera el hogar del hombre. Adán vivió aquí en un jardín de delicias que el mismo Creador había embellecido. Aunque el pecado echó a perder la obra de Dios, la raza humana no ha sido abandonada por su Creador; ni el propósito divino para la tierra fue puesto a un lado. UE 168.2

Este planeta ha sido visitado por los ángeles con el mensaje de redención, y en las colinas y valles han resonado sus cantos de regocijo. Los pies del Hijo de Dios recorrieron el suelo de este mundo. Durante más de seis mil años, en sus formas de belleza y sus dones para el sostén de la vida, la tierra ha dado testimonio del amor del Creador. UE 169.1

La misma tierra, libre de la maldición del pecado, ha de ser el hogar eterno del hombre. La Biblia dice que Dios “no la creó en vano, sino para que fuera habitada la creó”. Isaías 45:18. UE 169.2

Y “todo lo que Dios hace, es perpetuo”. Eclesiastés 3:14. UE 169.3

Así, en el Sermón del Monte el Salvador declaró: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Mateo 5:5. UE 169.4

El salmista, siglos antes había escrito: “Pero los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia la paz”. Salmos 37:11. UE 169.5

Esto concuerda con otros testimonios de las Escrituras: “Ciertamente el justo recibe su paga en la tierra”. Ellos “heredarán la tierra y vivirán para siempre en ella”. Proverbios 11:31; Salmos 37:29. UE 169.6