La Temperancia

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Capítulo 2—Cooperación con la unión de mujeres cristianas

Una organización con la que podemos unirnos—La Unión de Mujeres Cristianas es una organización con cuyos esfuerzos por la difusión de los principios de la temperancia podemos unirnos de todo corazón. Se me ha dado luz respecto a que no nos mantengamos alejados de ellas, sino que, al paso que de nuestra parte no debe haber sacrificio de los principios, hemos de unirnos con ellas en todo lo que podamos en la tarea de reformas de la temperancia. ... Debemos trabajar con ellas cuando podamos, y con seguridad podemos hacerlo en el asunto de cerrar completamente las tabernas. Te 197.5

En la medida en que el agente humano somete su voluntad a la voluntad de Dios, el Espíritu Santo hará su impresión sobre el corazón de aquellos a quienes él ministra. Se me mostró que no debemos apartarnos de las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas. Por el hecho de unirnos con ellas en favor de la abstinencia total no cambiamos nuestra posición respecto a la observancia del séptimo día, y podemos manifestar nuestro aprecio hacia su actitud concerniente al asunto de la temperancia. Al abrir la puerta e invitarlas a unírsenos en la obra de temperancia, nos aseguramos su ayuda en todo lo relacionado con la temperancia, y ellas, por unirse a nosotros, oirán nuevas verdades que el Espíritu Santo está aguardando inculcar en los corazones.—The Review and Herald, 18 de junio de 1908. Te 198.1

Sorprendida por nuestra indiferencia—He tenido alguna oportunidad de ver lo mucho que ganaríamos en relacionarnos con representantes de la Unión de Mujeres Cristianas, y he quedado sorprendida al ver la indiferencia de muchos de nuestros dirigentes hacia esa organización. Exhorto a mis hermanos a que despierten.—Carta 274, 1907. Te 198.2

Cómo podemos trabajar juntos—Necesitamos actualmente manifestar un interés decidido en la obra de temperancia de la Unión de Mujeres Cristianas. Nadie que asevere tomar parte en la obra de Dios, debe dejar de interesarse en el gran objeto de esta organización, en sus ramos de temperancia. Sería bueno que en nuestros congresos anuales, invitásemos a los miembros de dicha unión a tomar parte en nuestros ejercicios. Esto les ayudaría a familiarizarse con las razones de nuestra fe, y nos prepararía el camino para unirnos con ellos en la obra de temperancia. Si lo hacemos, veremos que la cuestión de la temperancia significa más de lo que muchos de entre nosotros suponen. Te 198.3

En algunas cosas, las dirigentes de la Unión de Mujeres Cristianas están más adelantadas que los que dirigen nuestra obra. El Señor tiene en esa organización almas preciosas que pueden sernos de gran ayuda en nuestros esfuerzos por favorecer el movimiento de temperancia. La educación que nuestro pueblo ha recibido en la verdad bíblica y en el conocimiento de las exigencias de la ley de Dios, habilitará a nuestras hermanas para impartir a estas nobles defensoras de la temperancia algo que será para su bienestar espiritual. Así se creará unión y simpatía donde en lo pasado existieron a veces prejuicios y malentendidos. ... No podemos hacer una obra mejor que la de unirnos, siempre que podamos hacerlo sin compromiso, con las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas.—Obreros Evangélicos, 398, 399. Te 198.4

Acerca de este asunto le escribí a una de nuestras hermanas en 1898: Te 199.1

“Estoy plenamente convencida de que el Señor la está guiando para que Ud. pueda mantener claros y distintos los principios de la temperancia en toda su pureza, en relación con la verdad para estos últimos días. Los que quisieren hacer su voluntad conocerán de la doctrina... El Señor no le ordena que se separe de la Unión de Mujeres Cristianas. Necesitan toda la luz que usted pueda darles. Haga brillar toda la luz posible en el camino de ellas. Concuerde con ellas en el terreno de los principios elevados y puros que hicieron posible la creación de la Unión de Mujeres Cristianas. El Señor le ha dado a usted facultades y talentos que han de ser preservados incorruptos en su sencillez. Por medio de Jesucristo usted puede hacer una buena obra.—The Review and Herald, 15 de octubre de 1914. Te 199.2

Que ellas enseñen a nuestras mujeres cómo trabajar—Resultaría en mucho bien si algunas de las integrantes de la Unión de Mujeres Cristianas fueran invitadas a nuestros congresos para que participen en las reuniones y enseñen a nuestras hermanas cómo trabajar. En las reuniones oirían y recibirían al paso que impartirían. Hay una gran obra que debe ser hecha y en lugar de presentar los puntos de nuestra fe que son cuestionables para los incrédulos, digámosles como Felipe le dijo a Natanael: “Ven y ve”. Te 199.3

No podemos unirnos para venerar el domingo—Deseo que nos unamos con las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas, pero no podemos unirnos a ellas en la obra de exaltar un falso día de reposo. No podemos obrar en asuntos que signifiquen la transgresión de la ley de Dios, sino que debemos decirles: “Venid a la plataforma correcta”.—Manuscrito 93, 1908. Te 199.4

Nunca rechacéis invitaciones para hablar—Se me ha formulado la pregunta: Cuando la Unión de Mujeres Cristianas nos pide que hablemos en sus reuniones, ¿debemos aceptar la invitación? Te 200.1

En respuesta, contesto: Cuando se os pide que habléis en tales reuniones, nunca rechacéis. Esta es la norma que yo siempre he seguido. Cuando se me pidió que hablara sobre temperancia, nunca vacilé. Entre quienes están trabajando por la divulgación de la temperancia el Señor tiene muchas almas a las que se les ha de presentar la verdad para este tiempo. Hemos de llevar el mensaje a la Unión de Mujeres Cristianas. Te 200.2

El único propósito de Cristo cuando estuvo en esta tierra fue reflejar la luz de su justicia a los que se hallaban en tinieblas. Las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas no poseen la verdad completa en todos sus puntos, pero están haciendo una buena obra.—Manuscrito 31, 1911. Te 200.3

Libres para actuar de acuerdo con ellas—Estoy profundamente interesada en la Unión de Mujeres Cristianas. Es del agrado del Señor que os sintáis libres de actuar en concierto con ellas. ... No temo que habréis de perder vuestro interés o apostatar de la verdad porque os intereséis en esta gente que ha asumido una actitud tan noble en el asunto de la temperancia, y yo he de instar a nuestro pueblo y a los que no son de nuestra fe a que nos ayuden a llevar adelante la obra de la temperancia cristiana. ... Te 200.4

En nuestras labores conjuntas, mi esposo y yo siempre sentimos que era nuestro deber dejar sentado en todo lugar donde realizábamos reuniones que estábamos en completa armonía con los obreros de la causa de la temperancia. Siempre expusimos claramente este asunto ante la gente. Nos llegaban invitaciones de diferentes lugares para hablar sobre el tema de la temperancia, y siempre las acepté si me resultaba posible atenderlas. Esa ha sido mi experiencia no sólo en este país, sino también en Europa, Australia y otros lugares donde he trabajado. Te 200.5

No perdáis una sola oportunidad de uniros con la obra de temperancia—Lamento que no haya habido un interés más vivo entre nuestro pueblo de los últimos años para magnificar esta rama de la obra del Señor. No podemos permitirnos perder una oportunidad de unirnos con la obra de temperancia en cualquier lugar. Aunque la causa de la temperancia en los países extranjeros no siempre avanza tan rápidamente como desearíamos, no obstante en algunos lugares los esfuerzos de los que están empeñados en ella se han visto correspondidos con un éxito señalado. En Europa encontramos a la gente firme en este punto. En cierta ocasión en que acepté una invitación para hablar a un gran auditorio sobre temperancia, la gente me hizo el honor de colgar la bandera norteamericana sobre el púlpito. Escucharon mis palabras con la más profunda atención y al finalizar la charla me tributaron un sincero agradecimiento. En toda mi obra sobre este asunto, nunca recibí una palabra irrespetuosa.—Carta 278, 1907. Te 200.6