La Oración

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Oremos confiadamente y dejemos los resultados a Dios

Obren con fe, y confíen los resultados a Dios. Oren con fe, y el misterio de su providencia dará su respuesta. Tal vez parezca, a veces, que no pueden tener éxito. Pero trabajen y crean, poniendo en sus esfuerzos fe, esperanza y valor. Después de hacer lo que puedan, esperen en el Señor, declarando su fidelidad, y el cumplirá su palabra. Aguarden, no con ansiedad inquieta, sino con fe indómita y confianza inconmovible.—Testimonios para la Iglesia 7:232, 233. Or 73.2

Es la sentida oración de fe la que es oída en el cielo y contestada en la tierra. Dios entiende las necesidades de la humanidad. Él sabe lo que deseamos antes que se lo pidamos. Él ve el conflicto del alma con la duda y la tentación. Nota la sinceridad del suplicante. Aceptará la humillación y aflicción del alma. “A aquel miraré que es pobre y humilde de espíritu—declara—, y que tiembla ante mi palabra”. Isaías 66:2. Or 73.3

Es privilegio nuestro orar con confianza, pues el Espíritu parafrasea nuestras peticiones. Con sencillez debemos presentar nuestras necesidades al Señor, y apropiarnos de su promesa.—La Maravillosa Gracia, 92. Or 74.1