La Oración

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Advertencia contra oraciones cuyo centro es el yo

Nuestras peticiones a Dios no debieran proceder de corazones llenos de aspiraciones egoístas. Dios nos exhorta a elegir los dones que redundarán para su gloria. Desea que elijamos lo celestial en lugar de lo terreno. Pone de manifiesto ante nosotros las posibilidades y ventajas de un intercambio celestial. Anima nuestros propósitos más elevados, y da seguridad a nuestro tesoro más preciado. Cuando se dejen de lado las posesiones mundanales, el creyente se regocijará en su tesoro celestial, las riquezas que no se pueden perder en ningún desastre terrenal.—Hijos e Hijas de Dios, 190. Or 315.4