La Oración

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Quien solicita perdón ha de tener una actitud perdonadora

Cuando imploramos misericordia y bendición de Dios, debemos tener un espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón. ¿Cómo podemos orar: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12) y abrigar, sin embargo, un espíritu que no perdona? Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos perdonar a otros como esperamos ser perdonados nosotros.—El Camino a Cristo, 97. Or 286.5

Al terminar el Padrenuestro, añadió Jesús: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. El que no perdona suprime el único conducto por el cual puede recibir la misericordia de Dios. No debemos pensar que, a menos que confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón para no perdonarlos. Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de tener un espíritu compasivo hacia los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 97. Or 287.1

En la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, dijo: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. No podemos repetir esta oración de corazón y atrevernos a ser implacables, porque pedimos al Señor perdonar nuestras ofensas de la misma manera que nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Pero pocos se dan cuenta de la verdadera importancia de esta oración. Si los que son implacables comprendiesen la profundidad de su significado, no se atreverían a repetirla y pedir a Dios que los trate como ellos tratan a sus semejantes.—Testimonies for the Church 3:95. Or 287.2

Necesitamos examinar nuestros corazones como una preparación para presentarnos ante Dios en oración, para conocer en qué actitud de espíritu nos encontramos. Y si no perdonamos a otros, nuestra petición por perdón será desoída. “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Cuando nosotros, como pecadores, nos acercamos al propiciatorio, no podemos expresar el sentimiento de esta petición si no hay perdón en nuestros corazones para todos aquellos que nos han ofendido. Acerca de esta petición comenta Jesús: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.—The Signs of the Times, 21 de agosto de 1884. Or 287.3