La Oración

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Más oración personal

Debemos orar mucho en secreto. Cristo es la vid, y nosotros los sarmientos. Y si queremos crecer y fructificar, debemos absorber continuamente savia y nutrición de la viviente Vid, porque separados de ella no tenemos fuerza. Or 216.1

Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me respondió: “Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el trono con peticiones, y persistid en ellas con firme fe. Las promesas son seguras”.—Primeros Escritos, 73. Or 216.2

Vivir así, dependiendo de la Palabra de Dios, significa entregarle toda la vida. Se experimentará una permanente sensación de necesidad y dependencia, una búsqueda de Dios por parte del corazón. La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma.—La Educación, 258. Or 216.3

Oh, ¿conocemos a Dios como deberíamos? ¡Qué alivio, qué gozo deberíamos tener si aprendiéramos diariamente la lección que él desea que aprendamos! Debemos conocerlo en forma experimental. Esto será benéfico para que pasemos más tiempo en oración secreta, familiarizándonos personalmente con nuestro Padre celestial.—El ministerio médico, 133. Or 216.4