La Oración

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El padrenuestro, la oración modelo

Jesús enseñó a sus discípulos que únicamente la oración expresada por labios no fingidos, motivada por los deseos sinceros del alma, es genuina, y traerá la bendición del cielo al suplicante. A sus discípulos les dio una oración concisa, abarcante. Esta oración, por su belleza y sencillez, no tiene paralelo. Es una oración perfecta para la vida pública y privada; es solemne y elevada, y a la vez tan sencilla que un niño arrodillado al lado de su madre lo puede entender. Los hijos de Dios han repetido esta oración durante siglos, sin embargo su brillo no se ha marchitado. Como una valiosa gema, continúa siendo amada y atesorada. Esta oración es una producción maravillosa. Nadie orará en vano si en sus súplicas se incorporan los principios que ella contiene. Nuestras oraciones públicas deben ser cortas, y expresar solo los verdaderos deseos del alma, suplicando con simplicidad y fe sencilla las cosas que necesitamos. Oremos pidiendo un corazón humilde y contrito, que es el aliento vital del alma hambrienta de justicia.—The Signs of the Times, 3 de diciembre de 1896. Or 211.1