La Música

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4. La alabanza de la congregación

1. Debe ser más valorada, porque por medio de ella toda la iglesia participa. “No siempre unas pocas personas deben hacerse cargo del canto. Tan a menudo como sea posible, hay que hacer participar a toda la congregación”. Testimonios para la Iglesia 9:116. Los momentos de alabanza de la congregación:

a. Involucran la participación de todos en el culto.

b. Armonizan el corazón del hombre con Dios.

c. Ejercen una influencia unificadora del pueblo de Dios en un solo pensamiento.

d. Dan oportunidad para expresar las emociones y los sentimientos personales.

e. Fortalecen el carácter.

f. Tienen gran valor educativo.

g. Resaltan un buen principio de mayordomía, al desarrollar un talento dado por Dios.

h. Dirigen al oyente hacia Cristo.

2. No debe ser usada para llenar espacios vacíos, o un imprevisto. Debe estar incluida dentro de cualquier culto o programa, en un momento especial, valorando su importancia.

3. No debe ser realizada de manera fría, automática o con falta de preparación. Los himnos que serán cantados y el mensaje que será expuesto deben estar unidos entre sí, fruto de la planificación y de la cuidadosa organización entre los líderes y el Ministerio de la Música.—Joyas de los Testimonios 1:458.

4. Siempre y cuando sea posible, el ministro de la alabanza debe ocupar un lugar en la plataforma, como uno de los participantes en el culto de adoración.

5. Deben ser estimulados grupos musicales que involucren a una buena cantidad de personas. “[...] Muy pocas veces convendrá que los cantos sean ofrecidos por unos pocos”.—Consejos sobre la Salud, 481.

6. Debe haber cuidado especial para no usar músicas que apenas agraden a los sentidos, tengan conexión con lo carismático o den prioridad al ritmo.