La Maravillosa Gracia de Dios

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Para adornar al cristiano, 23 de abril

Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. 1 Pedro 3:3, 4. MGD 121.1

Dios, que creó todo lo amable y hermoso para que los ojos pudieran reposar, es amante de la belleza. Os muestra cuánto estima la verdadera hermosura. El adorno de un espíritu humilde y tranquilo es de gran valor a su vista.—Testimonies for the Church 3:376. MGD 121.2

De cuán poco valor son el oro o las perlas o los atavíos costosos en comparación con la gracia de Cristo. La gracia natural consiste de simetría, o la proporción armoniosa de las partes, cada una con la otra; pero la simpatía espiritual consiste en la armonía o semejanza de nuestra alma con Jesús. Esto hará a su poseedor más precioso que el oro refinado, aun el oro de Ofir. Ciertamente, la gracia de Cristo es un adorno inapreciable. Eleva y ennoblece a su poseedor y refleja rayos de gloria sobre los otros, atrayéndolos también a la Fuente de luz y bendición.—Conducción del Niño, 398. MGD 121.3

Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros... MGD 121.4

Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio.—Joyas de los Testimonios 2:394. MGD 121.5

Es correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero amemos y busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún adorno exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel “espíritu agradable y pacífico”, el “lino finísimo, blanco y limpio” (Apocalipsis 19:14) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas los harán hermosos y deseables aquí, y en el futuro serán su distintivo de admisión en el palacio del Rey.—Los Hechos de los Apóstoles, 417, 418. MGD 121.6