La Maravillosa Gracia de Dios

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Donde encontramos liberación del pecado, 16 de marzo

El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Colosenses 1:13, 14. MGD 83.1

El Príncipe del cielo ha ubicado al hombre en un puesto exaltado. Se ha apreciado su vida con el costo de la cruz del Calvario... Desde las profundidades de la degradación del pecado, podemos ser exaltados hasta llegar a ser herederos con Cristo, hijos de Dios.—The Review and Herald, 28 de febrero de 1888. MGD 83.2

Cuando Cristo se arrodilló en las riberas del Jordán después de su bautismo, los cielos se abrieron, y el Espíritu descendió en forma de paloma, y como oro bruñido lo circundó con su gloria; y se oyó la voz de Dios que decía desde el cielo: “Este es mi hijo amado, en el cual tengo contentamiento”. Mateo 3:17. La oración de Cristo en favor del hombre abrió los portales del cielo, y el Padre respondió, aceptando la petición elevada en beneficio de la raza caída. Jesús oró como sustituto y garantía nuestros, y ahora la raza humana tiene acceso al Padre por los méritos de su amado Hijo... Jesús es el “camino, la verdad y la vida”. Juan 14:6. Las puertas de los cielos han quedado abiertas de par en par, y el resplandor del trono de Dios irradia hasta los corazones de los hombres que lo aman, aun cuando éstos moren en la tierra maldecida por el pecado.—Meditaciones Matinales, 268. MGD 83.3

Las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán... Abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como a nuestro representante. No obstante todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles... La gloria que descansó sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros. Nos habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y ser aceptadas nuestras peticiones en los atrios celestiales. Por el pecado, la tierra quedó separada del cielo y enajenada de su comunión; pero Jesús la ha relacionado otra vez con la esfera de gloria. Su amor rodeó al hombre, y alcanzó el cielo más elevado. La luz que cayó por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos para pedir ayuda con que resistir la tentación. La voz que habló a Jesús dice a toda alma creyente: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”...—El Deseado de Todas las Gentes, 87, 88. MGD 83.4