La Maravillosa Gracia de Dios

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El centro del culto, 9 de marzo

Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad. Salmos 138:2. MGD 76.1

La fase alegre y alentadora de nuestra religión será representada por todos los que se consagran diariamente a Dios... Mientras repasemos, no los capítulos oscuros de nuestra experiencia, sino las manifestaciones de la gran misericordia y del inagotable amor de Dios, alabaremos mucho más de lo que nos quejaremos. Hablaremos de la fidelidad amante del Dios que, como compasivo y tierno pastor de su rebaño, declaró que nadie arrancará de sus manos a sus ovejas. El lenguaje del corazón no será una egoísta murmuración y queja. Como raudales cristalinos, las alabanzas brotarán de los que creen verdaderamente en Dios... MGD 76.2

El templo de Dios está abierto en el cielo, e inunda su umbral la gloria de Dios destinada a toda iglesia que ame a Dios y guarde sus mandamientos. Necesitamos estudiar, meditar y orar. Tendremos entonces visión espiritual para discernir los atrios interiores del templo celestial. Percibiremos los temas de los himnos y agradecimientos del coro celestial que está alrededor del trono. Cuando Sion se levante y resplandezca, su luz será muy penetrante y se oirán preciosos himnos de alabanza y agradecimiento en las asambleas de los santos. Cesarán las murmuraciones y quejas por pequeñas desilusiones y dificultades... Veremos a nuestro Abogado ofreciendo el incienso de sus propios méritos en nuestro favor... MGD 76.3

Dios enseña que debemos congregarnos en su casa para cultivar los atributos del amor perfecto. Esto preparará a los moradores de la tierra para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los que le aman. Allí se congregarán en el santuario de sábado en sábado, de luna nueva en luna nueva, para unir sus voces en los más sublimes acentos de alabanza y agradecimiento a Aquel que está sentado en el trono y al Cordero para siempre jamás.—Joyas de los Testimonios 3:31, 33, 34. MGD 76.4

Nuestro Dios, el Creador de los cielos y de la tierra, declara: “El que sacrifica alabanza me honrará”. Salmos 50:23. Todo el cielo se une para alabar a Dios. Aprendamos el canto de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos a sus resplandecientes filas.—Joyas de los Testimonios 2:112. MGD 76.5