La Maravillosa Gracia de Dios

357/367

Felicidad eterna, 21 de diciembre

Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmos 16:11. MGD 363.1

En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados una patria. Hebreos 11:14-16. Allí conduce el divino Pastor a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para el servicio de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de Dios que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar.—El Conflicto de los Siglos, 733, 734. MGD 363.2

La Biblia presenta ante nuestra vista las inescrutables riquezas y los tesoros inmortales de los cielos. Los impulsos más fuertes del hombre lo arrastran a tratar de procurar su propia felicidad. La Biblia reconoce este deseo y nos muestra que todo el cielo se unirá a los esfuerzos que el hombre haga por conseguir la dicha. Además, revela la condición según la cual se da la paz de Cristo a los hombres. Describe un hogar de dicha y resplandor sempiternos, donde no habrá lágrimas ni necesidades.—Meditaciones Matinales, 165. MGD 363.3

Que todo lo que hay de hermoso en nuestra patria terrenal nos recuerde el río cristalino y los campos verdes, los ondeantes árboles y las fuentes vivas, la resplandeciente ciudad y los cantores de blancas túnicas de nuestra patria celestial, el mundo de belleza que ningún artista puede pintar, que ninguna lengua mortal puede describir... MGD 363.4

Morar para siempre en este hogar de los bienaventurados... y a través de los siglos sin fin progresar en sabiduría, conocimiento y santidad, explorando siempre nuevos campos del pensamiento, hallando siempre nuevos prodigios y nuevas glorias, creciendo siempre en capacidad de conocer, disfrutar y amar, sabiendo que quedan todavía delante de nosotros gozo, amor y sabiduría infinitos, tal es el fin hacia el cual se dirige la esperanza del cristiano.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 44, 45. MGD 363.5