La Maravillosa Gracia de Dios

336/367

La meta está a la vista, 30 de noviembre

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14. MGD 342.1

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno sólo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”. 1 Corintios 9:24, 25. Los que participaban en la carrera para obtener la rama de laurel que se consideraba un honor especial, eran temperantes en todas las cosas, de manera que sus músculos, su cerebro, cada órgano de ellos estuviera en las mejores condiciones para correr... Sólo uno recibía el premio. Pero en la carrera celestial todos pueden correr y todos reciben el premio. No hay incertidumbre ni riesgo en el asunto. Debemos revestirnos de las gracias celestiales, y con el ojo puesto en lo alto, en la corona inmortal, mantener al Modelo siempre delante de nosotros... Debemos mantener constantemente frente a nosotros la vida humilde y abnegada de nuestro divino Señor. Entonces, al tratar de imitarlo, manteniendo nuestra vista fija en el premio, podemos correr esta carrera con seguridad.—Testimonies for the Church 2:357, 358. MGD 342.2

Si paganos, que no estaban bajo el dominio de una conciencia iluminada, que no tenían el temor de Dios delante de ellos, estaban dispuestos a someterse a privaciones y a la disciplina de la preparación, negándose toda complacencia meramente por una rama de sustancia perecedera y el aplauso de la multitud, cuánto más dispuestos deberían estar los que corren la carrera cristiana con la esperanza de la inmortalidad y de la aprobación del alto Cielo, a negarse a sí mismos el uso de estimulantes malsanos y de complacencias que degradan la moral, debilitan el intelecto y someten las facultades superiores a los apetitos y las pasiones animales... MGD 342.3

Con profundo interés señalan Dios y los ángeles celestiales, la abnegación, el sacrificio propio y los esfuerzos agonizantes de los que se disponen a correr la carrera cristiana... MGD 342.4

La carrera no es insegura para todos aquellos que se conforman plenamente con las condiciones de la Palabra de Dios y tienen sentido de su responsabilidad de preservar el vigor físico y la actividad del cuerpo.—Ibid. 4:34, 35. MGD 342.5