La Maravillosa Gracia de Dios

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Cristo está aguardando, 27 de noviembre

Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:14. MGD 339.1

El Evangelio de Cristo es desde el comienzo hasta el fin el Evangelio de la gracia salvadora. Es una idea distintiva y dominante. Será una ayuda para los necesitados, una luz para los ojos que están ciegos a la verdad, y una guía para las almas que buscan el verdadero fundamento. La salvación plena y eterna está al alcance de toda alma. Cristo espera y anhela pronunciar el perdón e impartir la gracia gratuitamente ofrecida. El vela y aguarda, y dice como le dijo al hombre ciego que estaba a las puertas de Jericó: “¿Qué quieres que te haga?” Yo quitaré tus pecados; yo te lavaré en mi sangre. MGD 339.2

En todos los caminos de la vida hay almas para ser salvadas. Los ciegos andan a tientas en las tinieblas. Dadles la luz y Dios os bendecirá como a sus obreros.—Evangelism, 355. MGD 339.3

Necesitamos mayor fervor en la causa de Cristo. El solemne mensaje de la verdad debe ser dado con una intensidad que impresione a los no creyentes de que Dios está obrando con nuestros esfuerzos, de que el Altísimo es nuestra fuente viva de fortaleza.—Ibid. 389. MGD 339.4

Es privilegio de todo cristiano no sólo esperar sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan su nombre llevasen frutos para su gloria, ¡cuán prestamente quedaría sembrada en el mundo la semilla del Evangelio! La última mies maduraría rápidamente, y Cristo vendría para recoger el precioso grano.—Joyas de los Testimonios 3:212, 213. MGD 339.5

Ha llegado el tiempo en que, por medio de los mensajeros de Dios, se está desenvolviendo el rollo ante el mundo. La verdad contenida en los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles, debe ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo; debe iluminar las tinieblas de todo continente, y extenderse hasta las islas de la mar. No debe dejarse dilatar esta obra de gran importancia. MGD 339.6

Nuestro santo y seña debe ser. ¡Adelante, siempre adelante! Los ángeles de Dios irán delante de nosotros para prepararnos el camino. Nunca podremos deponer nuestra preocupación por las regiones lejanas antes de que toda la tierra esté iluminada con la gloria del Señor.—Obreros Evangélicos, 485, 486. MGD 339.7