La Maravillosa Gracia de Dios

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¿Cuál es la gloria de Dios? 10 de noviembre

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 2 Corintios 4:6. MGD 322.1

La gloria de Dios es su carácter. Mientras Moisés se encontraba en el monte intercediendo fervorosamente con Dios, oró: “Te ruego que me muestres tu gloria”. En respuesta Dios declaró: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente”. Éxodo 33:18, 19. MGD 322.2

La gloria de Dios—su carácter—, fue revelada entonces: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. Éxodo 34:7.—The Signs of the Times, 3 de septiembre de 1902. MGD 322.3

Este carácter fue revelado por la vida de Cristo. Para que pudiera condenar al pecado con su propio ejemplo en la carne, tomó sobre sí la semejanza de la carne de pecado. Constantemente contempló el carácter de Dios; constantemente reveló ese carácter al mundo. Cristo desea que sus seguidores revelen en su vida ese mismo carácter.—A Fin de Conocerle, 133. MGD 322.4

En su oración intercesora en favor de sus discípulos declaró: “La gloria [el carácter] que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Juan 17:22, 23. MGD 322.5

Hoy continúa siendo su propósito purificar y santificar a su iglesia “en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:27. Cristo no puede pedir al Padre que conceda a los que creen en él un don mayor que el carácter que él reveló. ¡Qué amplitud hay en su requerimiento! ¡Qué plenitud de gracia tiene el privilegio de recibir todo seguidor de Cristo!—The Signs of the Times, 3 de septiembre de 1902. MGD 322.6