La Maravillosa Gracia de Dios

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Pedidlo, 30 de julio

Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Lucas 11:13. MGD 219.1

Nuestro Señor es rico en gracia, grande en poder; concederá en abundancia estos dones a todos los que acudan a él con fe... Debemos orar con tanto fervor por el derramamiento del Espíritu Santo como oraron los discípulos en el día de Pentecostés. Si ellos lo necesitaban en esa época, más lo necesitamos nosotros hoy. Las tinieblas morales cubren la tierra como una mortaja. Toda clase de doctrinas falsas, de herejías y de engaños satánicos están desviando la mente de los hombres. Sin el Espíritu y el poder de Dios será en vano que trabajemos para presentar la verdad.—Testimonies for the Church 5:157, 158. MGD 219.2

Por la gracia de Cristo los apóstoles llegaron a ser lo que fueron. Mediante sincera devoción y oración humilde y ferviente fueron puestos en íntima comunión con él. Se sentaron juntamente con él en lugares celestiales. Comprendieron la grandeza de su deuda hacia él. Mediante oración fervorosa y perseverante lograron que se les impartiera el Espíritu Santo, y entonces salieron, investidos de la responsabilidad de salvar almas, llenos de celo, para extender los triunfos de la cruz... ¿Seremos nosotros menos fervientes que los apóstoles?—Ibid. 7:32. MGD 219.3

Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él?... Cada obrero debiera elevar su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu.—Los Hechos de los Apóstoles, 41. MGD 219.4

Un día tras otro pasa a la eternidad, llevándonos siempre más cerca del fin del tiempo de gracia. Como nunca antes, debemos orar para que el Espíritu Santo nos sea concedido en mayor abundancia, y debemos esperar que su influencia santificadora sea sentida por los obreros... MGD 219.5

En medio de la confusión de doctrinas engañosas, el Espíritu de Dios será un guía y escudo para aquellos que no hayan resistido las evidencias de la verdad, y hayan acallado toda otra voz que la de Aquel que es la verdad.—Obreros Evangélicos, 305, 306. MGD 219.6