La Iglesia Remanente

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Capítulo 12—La Asociación General

Se me ha mostrado que nadie debe someter su juicio al de otro hombre. Pero cuando emite un juicio la Asociación General, que es la más alta autoridad que Dios tiene sobre la tierra, no se deben mantener ni la independencia ni el juicio privados; por el contrario, deben someterse. Testimonies for the Church 3:492. (Publicado por primera vez en 1875.) IR 109.1

No tuve un solo rayo de luz que él [el Señor] me hubiera dado concerniente a venir a este país [Australia]. Vine en obediencia a la voz de la Asociación General, a la que siempre he considerado autoridad.—Carta 124, 9 de agosto de 1896. IR 109.2

Nunca debe considerarse que la mente de un hombre o las de unos pocos hombres tienen suficiente sabiduría y poder para controlar la obra y decir qué planes deben seguirse. Pero cuando en un congreso de la Asociación General se expresa el juicio de los hermanos congregados procedentes de todas partes del mundo, la independencia y el juicio particulares no deben sostenerse con terquedad; por el contrario, deben someterse. Nunca debe un obrero tener por virtud el persistir en una actitud independiente contra la decisión del cuerpo general. IR 109.3

En otras ocasiones, cuando un pequeño grupo de hombres encargados del manejo general de la obra procuró ejecutar planes imprudentes y restringir la obra de Dios en nombre de la Asociación General, he dicho que no podía considerar como voz de Dios la de la Asociación General representada por esos pocos hombres. Pero esto no quiere decir que no deban respetarse las decisiones de un congreso de la Asociación General compuesto de una asamblea de hombres debidamente nombrados como representantes de todas partes del mundo. Dios ordenó que tengan autoridad los representantes de su iglesia procedentes de todas partes de la tierra, cuando están reunidos en el congreso de la Asociación General. El error que algunos se hallan en peligro de cometer, consiste en dar a la mente y al juicio de un solo hombre, o de un pequeño grupo de hombres, la plena medida de autoridad e influencia con que Dios ha investido a su iglesia en el juicio y la voz de la Asociación General, congregada para planear la prosperidad y el progreso de su obra. IR 110.1

Cuando este poder con que Dios invistió a la iglesia se confiere plenamente a un hombre, y se lo reviste de autoridad para que su juicio prevalezca sobre el de otras mentes, entonces se modifica la verdadera disposición bíblica. Los esfuerzos que haría Satanás para influir sobre la mente de ese hombre serían muy sutiles, y a veces casi abrumadores, porque el enemigo alentaría la esperanza de poder afectar a muchos otros por su intermedio. Demos a la más alta autoridad organizada de la iglesia, lo que propendemos a dar a un hombre o a un pequeño grupo de hombres. Joyas de los Testimonios 3:408, 409. (Publicado por primera vez en 1909.) IR 111.1