La Iglesia Remanente

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Capítulo 6—La iglesia militante

Parece que algunas personas piensan que al entrar en la iglesia se cumplirán sus expectativas, y hallarán solamente personas puras y perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros de la iglesia, dicen: “Abandonamos el mundo para no relacionarnos con personas malas, pero el mal también se encuentra aquí”; y preguntan, como los siervos de la parábola: “¿De dónde, pues, tiene cizaña?” Pero no necesitamos desilusionarnos de esta manera, pues el Señor no nos autoriza a llegar a la conclusión de que la iglesia es perfecta; y todo nuestro celo no nos dará el éxito necesario, para lograr que la iglesia militante sea tan pura como la iglesía triunfante. El Señor nos prohíbe proceder de manera violenta contra los que pensamos que yerran, y no hemos de dispensar excomuniones y denuncias contra los que son defectuosos. IR 67.1

El hombre finito está propenso a juzgar mal el carácter, pero Dios no confía la obra de juzgar y dictar sentencia sobre el carácter de los demás, a los que no están capacitados para hacerlo. No nos corresponde decir qué es trigo y qué es cizaña. El momento de la siega determinará plenamente, el carácter de las dos clases enunciadas por los símbolos de la cizaña y el trigo. La obra de separación ha sido confiada a los ángeles de Dios; no ha sido puesta en manos de hombre alguno. IR 68.1

Las falsas doctrinas constituyen una de las influencias satánicas que actúan en la iglesia, e introducen en ella a los de corazón inconverso. Los hombres no obedecen las palabras de Jesucristo para buscar unidad de fe, espíritu y doctrina. No trabajan por la unidad del Espíritu por la cual oró Jesús, la cual influiría a fin de que el testimonio de los discípulos de Cristo fuera eficaz para convencer al mundo de que Dios ha enviado a su Hijo a esta tierra, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Si la unidad por la cual Cristo oró existiera entre los hijos de Dios, éstos darían un testimonio viviente y reflejarían una luz clara que brillaría en medio de las tinieblas morales del mundo. IR 68.2