El Ministerio Médico

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La lección de Dios para Israel

El Señor tuvo una lección que enseñar a los hijos de Israel. Las aguas de Mara fueron una lección objetiva, que representaba las enfermedades que los seres humanos se acarrean a causa del pecado. No es un misterio que los habitantes de la tierra sufran de enfermedades de toda clase y tipo. Es debido a que transgreden la ley de Dios. Así hicieron los hijos de Israel. Ellos quebrantaron las barreras que Dios en su providencia había erigido para preservarlos de la enfermedad, para que pudieran vivir en salud y santidad y aprender obediencia en su peregrinaje por el desierto. Ellos viajaron bajo la dirección especial de Cristo, quien se había dado a sí mismo como sacrificio para preservar un pueblo que mantuviera siempre a Dios en su memoria, a pesar de las tentaciones maestras de Satanás. Envuelto en la columna de nube estaba el deseo de Cristo por mantener bajo el ala protectora de su preservación a todo el que hiciera su voluntad. MM 155.3

No fue por casualidad que los hijos de Israel llegaron en su viaje a Mara. Antes que dejaran a Egipto, el Señor empezó sus lecciones de instrucción, para poder guiarlos a ser conscientes de que él era su Dios, su liberador y su protector. Ellos murmuraron contra Moisés y contra Dios, pero aún así el Señor buscó mostrarles que los liberaría de todas sus perplejidades si ellos lo miraban a él. Los peligros que encontraron y que tuvieron que arrostrar fueron parte del gran plan de Dios, por medio del cual deseaba probarlos. MM 156.1

“Y llegaron a Mara... Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”. Aunque invisible a los ojos humanos, Dios era el líder de los israelitas, su poderoso sanador. Fue él quien colocó en el árbol las propiedades que endulzaron las aguas. Así deseó mostrarles que por su poder él podía curar los males del corazón humano. MM 156.2