El Evangelismo

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Las reuniones en las calles

Algunos se alcanzarán mediante reuniones al aire libre—Hay que trabajar más en las ciudades. Hay lugares donde se puede alcanzar mejor a la gente mediante reuniones al aire libre. Hay muchos que pueden hacer esta clase de obra, pero deben estar vestidos con toda la armadura de justicia. Somos demasiado delicados en nuestra obra, y sin embargo se necesitan decoro e inteligencia cabal.—Special Testimonies, Un llamamiento en favor de las misiones, 15 (1898). Ev 426.4

Problemas planteados por la gente en tránsito—Estas [reuniones al aire libre] pueden llevarse a cabo algunas veces, y en ocasiones especiales serán el mejor medio de alcanzar a la gente; pero convertir esto en un método regular de trabajo en el presente no asegurará los resultados deseados. En esa forma el obrero no puede cumplir su ministerio. Una disertación o un discurso casual podría dirigir el pensamiento en una dirección que, mediante la influencia de otros elementos, podría finalmente producir la conversión de la persona; pero estos casos son raros.—Gospel Workers, 339, 340 (1892). Ev 427.1

En las reuniones al aire libre no puede realizarse esa obra completa de remachar el trabajo a fin de presentar a cada persona perfecta en Cristo Jesús. Algunas veces se puede hacer mucho bien mediante este método de trabajo. Pero como práctica es mejor alcanzar a la gente en alguna otra forma.—Carta 2, 1885. Ev 427.2

La presentación de Cristo en la familia, en el hogar, o en pequeñas reuniones en casas particulares, gana a menudo más almas para Jesús que los sermones predicados al aire libre, a la muchedumbre agitada o aun en salones o capillas.—Obreros Evangélicos, 201 (1915). Ev 427.3

Reuniones de temperancia al aire libre—Debiéramos estar trabajando en los rincones oscuros de la tierra... Con frecuencia he hablado al aire libre a grupos de personas que se habían reunido para escucharme. He visto a mujeres con niños en sus brazos paradas durante una hora para escucharme. He estado completamente rodeada por hombres y mujeres. Les he preguntado: “¿Cuántos de vosotros poseéis una fe bien fundada en Cristo? ¿Cuántos sois cristianos? Levanten sus manos quienes lo sean”. No se levantaba ninguna mano. ¿No necesitaban a Cristo? ¿No necesitaban un conocimiento de la verdad? ¿No necesitaban aprender lecciones de temperancia? Por cierto que lo necesitaban. Ev 427.4

Dios quiere que nos ubiquemos en un lugar desde donde podamos amonestar a la gente. Desea que nos encarguemos del asunto de la temperancia. Mediante hábitos equivocados en el comer y beber los hombres están destruyendo sus facultades del pensamiento y la inteligencia. No necesitamos tomar un hacha y entrar a destruir los lugares donde se expenden bebidas alcohólicas. Poseemos un arma más poderosa que ésta: la Palabra del Dios vivo. Esta se abrirá paso a través de las sombras infernales que Satanás procura arrojar en su camino. Dios es poderoso. Hablará a sus corazones. Lo hemos visto hacerlo. Hemos visto almas llevadas a la verdad.—The General Conference Bulletin, 23 de abril de 1901. Ev 427.5