El Evangelismo

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La evangelización por medio de las instituciones

Establecidos para promover el Evangelio—Predicar el Evangelio significa más de lo que muchos se imaginan. Es una obra amplia y de mucho alcance. Se me ha indicado que nuestros sanatorios constituyen medios muy eficaces para la promoción del Evangelio.—Manuscrito 5, 1908. Ev 390.3

Para dar salud al alma—Algunos serán atraídos por una fase del Evangelio y otros por una fase diferente. Nuestro Senor nos ha indicado que trabajemos de tal modo que podamos alcanzar a todas las clases. El mensaje debe ir a todo el mundo. Nuestros sanatorios han de ayudar a acrecentar el pueblo de Dios. No debemos establecer unas pocas instituciones de tamaño descomunal, porque en esa forma sería imposible dar a los pacientes los mensajes que les proporcionarán salud al alma. Hay que establecer sanatorios pequeños en muchos lugares.—Medical Ministry, 327 (1905). Ev 390.4

Hay que hacer atractivo el Evangelio—Los que se vinculan con nuestros sanatorios deben ser educadores. Deben hacer atractivo el Evangelio mediante palabras agradables y obras bondadosas. Como seguidores de Cristo, debieran procurar causar la impresión más favorable con la religión que profesan e inspirar pensamientos nobles. Algunos serán afectados por la influencia de ellos en el tiempo presente y en la eternidad. Ev 390.5

Podemos obtener las victorias más preciosas en la obra de ayudar a otros. Debiéramos dedicarnos con celo incansable, con diligente fidelidad, con abnegación y con paciencia a la obra de ayudar a los que necesitan mejorar. Las palabras bondadosas y estimulantes realizarán maravillas. Hay muchos que se mostrarán dispuestos a mejorar si se realiza un esfuerzo constante y gozoso en favor de ellos, sin criticarlos ni reprenderlos. Cuanto menos critiquemos a otros, tanto mayor será la influencia benéfica que ejerceremos sobre ellos. En el caso de muchos, las amonestaciones frecuentes y categóricas les causarán más daño que beneficio. Tratemos a todos con una bondad como la que Cristo manifestó.—Medical Ministry, 208, 209 (1905). Ev 391.1

El gran objetivo—La conversión de las almas es el único gran objetivo que ha de procurarse en nuestras instituciones médicas. Para ese propósito fueron establecidas estas instituciones. El enfermo y el afligido, al venir a nuestros sanatorios, se ponen al alcance de los obreros evangélicos que trabajan por ellos. ¡Oh, qué preciosas oportunidades se nos ofrecen así de sembrar la semilla de la verdad!—Carta 213, 1902. Ev 391.2

Hay que presentar el mensaje juiciosamente—Sea la atmósfera espiritual de estas instituciones de tal naturaleza, que hombres y mujeres que llegan a ellas para recibir tratamiento para sus cuerpos enfermos, aprendan la lección que les enseña que sus almas enfermas necesitan curación... Ev 391.3

Allí pueden presentarse charlas sencillas para mostrar a los enfermos cuál es su única esperanza para la salvación del alma. Las reuniones religiosas deben ser cortas y al punto, y resultarán una bendición para los oyentes. La palabra de Aquel que fundó el mundo en seis días y que en el séptimo “cesó y reposó”, debiera presentarse con eficacia ante la mente... Ev 391.4

Hay que colocar publicaciones que contengan las verdades preciosas del Evangelio en las habitaciones de los pacientes o en los lugares donde tengan acceso fácil a ellas. En cada sanatorio debiera haber una biblioteca con libros que contengan la luz del Evangelio. Hay que hacer planes juiciosos para que los pacientes tengan acceso constante al material de lectura que contiene la luz de la verdad presente... Ev 391.5

Sean nuestros sanatorios lo que deben ser: hogares donde se administre curación a las almas enfermas. Y esto será cuando los obreros tengan una relación viviente con el Gran Sanador.—Manuscrito 5, 1908. Ev 391.6

Obreros que puedan prestar ayuda espiritual—En nuestros sanatorios, más que en cualquier otra parte del mundo, necesitamos médicos profundamente convertidos y obreros prudentes, hombres y mujeres que no importunen a los enfermos con sus ideas peculiares, sino que presenten las verdades de la Palabra de Dios en una forma que consuele, anime y bendiga a los pacientes. Nuestros sanatorios han sido establecidos para que lleven a cabo esta obra, para que presenten correctamente las verdades de la Palabra de Dios y conduzcan la mente de todos hacia Cristo. Ev 392.1

Sean cortos los servicios religiosos celebrados cada día, pero tengan un carácter educativo. Presentad la Biblia y su Autor, el Dios del cielo y de la tierra, y a Cristo su Hijo, el Gran Don de Dios al mundo. Decid a los pacientes cómo el Salvador vino al mundo para revelar el amor de Dios hacia los hombres. Presentad ante ellos su gran sacrificio realizado al venir a vivir y morir a esta tierra. Proclamad que por medio de la fe en Cristo cada ser humano pecador puede llegar a ser participante de la naturaleza divina y aprender a colaborar con Dios en la obra de salvación.—Medical Ministry, 208 (1909). Ev 392.2

Eliminando el prejuicio—Las instrucciones dadas a los pacientes en nuestros sanatorios no deben presentarse bajo la forma de leyes que tienen que obedecerse. Estas palabras fueron pronunciadas: “Todo lo que puede hacerse debe hacerse para llevar a los enfermos y afligidos hacia el camino de la verdad y la justicia. La obra médica misionera es un medio para conseguir esto. No sabemos cuánto prejuicio se suprime cuando la gente se pone en relación con obreros médicos misioneros genuinos. Al tratar médicos y enfermeras de hacer en favor de los que sufren la obra que Cristo realizó cuando estuvo en esta tierra, la verdad para este tiempo obtendrá acceso a sus mentes y corazones”... Ev 392.3

Los cultos vespertinos celebrados en nuestros sanatorios debieran conducirse en tal forma que se dé oportunidad para formular preguntas.—Carta 213, 1902. Ev 392.4

Asuntos doctrinales—La sala del sanatorio, donde se reúne un grupo heterogéneo de pacientes, no es el lugar donde debe hablarse de temas doctrinales. Ganen la confianza nuestras vidas consecuentes y despierten el deseo de conocer la razón por la cual creemos en la forma como lo hacemos. Luego invítese a los que preguntan a que asistan a las reuniones del sábado.—Manuscrito 53, 1899. Ev 392.5

Una restricción juiciosa—Tenéis una obra importante que llevar a cabo en los sanatorios. En vuestro ministerio en favor de los pacientes, no permitáis que obtengan la impresión de que estáis muy ansiosos de que ellos comprendan y acepten nuestra fe. Es natural que se manifieste un intenso fervor para conseguir esta finalidad. Pero con frecuencia se hace necesaria una restricción juiciosa. En algunos casos las palabras que podrían parecer apropiadas causarían un gran daño y cerrarían una puerta que de otro modo se habría mantenido abierta. Ev 392.6

Manifestad tierno amor y poned en práctica vuestra paciencia con buen juicio. Cuando veis una buena oportunidad de afirmar una verdad en forma contundente en una conversación, pero hiriendo a vuestro interlocutor, es mejor que os abstengáis de hacerlo. No presentéis en todas las ocasiones las pruebas más firmes que poseáis, porque esto hará surgir la sospecha de que os proponíais solamente convertir a vuestro interlocutor a la fe adventista. Ev 393.1

La Palabra sencilla de Dios tiene un gran poder para convertir a la verdad. Dejad que la Palabra hable y haga su obra. Manifiéstese buen juicio en las reuniones de evangelización. No forcéis la presentación de un punto que sea una piedra de toque. Esperad hasta que se hagan preguntas. Dejad que vuestro ejemplo enseñe. Dejad que las palabras y las obras demuestren que creéis las palabras del Maestro viviente.—Carta 308, 1906. Ev 393.2

Un enfoque discreto—La verdad viva de Dios debe darse a conocer en nuestras instituciones médicas. Esto no significa que el médico ni cualquier otro de los obreros tenga que presentar la verdad a todos. Esa no es la forma de hacer las cosas. La verdad puede presentarse sin hacer esto. Las enfermeras y los obreros no deben ir a los pacientes y decirles: “Nosotros creemos en el mensaje del tercer ángel”. Esa no es su obra, a menos que los pacientes deseen escuchar, a menos que sus objeciones hayan desaparecido y sus corazones se hayan enternecido. Ev 393.3

Obrad de tal modo que los pacientes vean que los adventistas son un pueblo con sentido común. Obrad de tal modo que sientan que la institución es un lugar de descanso. Hay que proclamar la verdad bíblica, pero no hay que presentar a todos los pacientes puntos especiales de la verdad. Si os hacen preguntas, entonces dadles las razones de vuestra fe. En esta forma se hará brillar la luz. Ev 393.4

Puede invitarse a los pacientes a nuestras reuniones y allí oirán la verdad, sabiendo al mismo tiempo que nadie los importunará para que la acepten. Entonces, cuando salgan del sanatorio y oigan que alguno dice: “No quiero ir allá para que me obliguen a ser un adventista”, les dirán que los obreros del sanatorio no importunan a nadie con la verdad. Ev 393.5

Sería imposible impedir que los pacientes pregunten acerca de nuestra fe. Hay quienes sienten hambre y sed por la verdad y los tales la encontrarán. Esta es la razón por la cual queremos que nuestra institución se establezca de inmediato.—Manuscrito 111, 1899. Ev 394.1

El testimonio de una vida cristiana consecuente—Estas verdades sagradas, creídas y practicadas, no deben llevarse en forma coercitiva sino con el espíritu del Maestro. El Espíritu Santo alcanzará las mentes nobles y el mejor espíritu de los hombres. En todos nuestros sanatorios debiera haber hombres que comprendan la doctrina de la verdad y que puedan presentarla en forma escrita y hablada. Serán puestos en relación con hombres de mentes nada mezquinas, y debieran hablarles con el mismo fervor con el que le hablarían a un hijo único. Debiera ser nuestro propósito, dijo el Señor, no colocar en posiciones de responsabilidad a hombres que no estén capacitados por su experiencia, a hombres que no consideren profundamente la verdad de la Biblia. Ev 394.2

Muchos suponen que la apariencia, el estilo y la ostentación harán una gran obra en la tarea de alcanzar a las clases más elevadas. Pero esto constituye un error. Esas personas pueden detectar tales cosas. La apariencia tiene algo que ver, en realidad tiene mucho que ver, con las impresiones que se hagan en las mentes, pero la apariencia debe tener como respaldo la piedad. Sea manifiesto que los obreros están unidos con Dios y el cielo. No debiera realizarse ningún esfuerzo para obtener reconocimiento de parte de los hombres mundanos a fin de dar fama e influencia a la obra en estos últimos días. El arte de practicar lo que se cree es una joya. Nuestra fe, nuestra vestimenta y nuestro comportamiento deben estar en armonía con el carácter de nuestra obra, la presentación del mensaje más solemne que alguna vez se haya dado al mundo. Ev 394.3

Nuestra obra consiste en conseguir que los hombres crean en la verdad, en ganarlos mediante la predicación y también el ejemplo, por medio de vidas piadosas. Hay que practicar la verdad en toda circunstancia, demostrando la compatibilidad de la fe con la práctica. El valor de nuestra fe se manifestará mediante los frutos que produzca. El Señor puede impresionar, e impresionará, a los hombres con nuestro intenso fervor. Nuestra vestimenta, nuestro comportamiento, nuestra conversación y la profundidad de una experiencia creciente en los asuntos espirituales, todo esto debe demostrar que los principios de la verdad que manejamos son una realidad para nosotros. En esta forma la verdad resultará impresionante como un gran todo, y se impondrá al intelecto. La verdad, la verdad bíblica, debe convertirse en autoridad para la conciencia y en el amor y la vida del alma.—Carta 121, 1900. Ev 394.4

No palabras sino obras—Con respecto a la tarea de dar a conocer nuestra fe no hay que hacer ningún esfuerzo decidido para ocultarla, y no hay que llevar a cabo ningún esfuerzo imprudente para hacerla prominente. Acudirán al sanatorio personas que se encuentran en condición favorable para ser impresionadas por la verdad. Si formulan preguntas acerca de nuestra fe sería adecuado manifestar lo que creemos, en forma clara y sencilla. La piedad que mora en el interior imparte un poder a la conducta del verdadero creyente, que lo convierte en una influencia para el bien. Ev 395.1

Pero en este asunto debiéramos obrar con discreción. Hay personas concienzudas que piensan que su deber consiste en hablar mucho de puntos de fe sobre los cuales hay diferencia de opinión, en una manera que despierta la combatividad de las personas con quienes conversan. Una sola de estas acciones prematuras y poco juiciosas puede cerrar los oídos de una persona que de otro modo habría escuchado pacientemente, y que ahora ejercerá una influencia desfavorable en otros. En esta forma surgen raíces de amargura que contaminan a muchos. Debido a la indiscreción de uno, los oídos y los corazones de muchos pueden cerrarse a la verdad. Ev 395.2

Es un hecho conocido de todos que los celosos miembros de diferentes denominaciones han cultivado y manifestado poquísimo candor en su estimación de los que difieren con ellos sobre asuntos religiosos. Los que pertenecen a esta clase esperan encontrar el mismo espíritu irrazonable entre los adventistas y luego se colocan su armadura y se preparan para resistir todo lo que discrepe de sus puntos de vista particulares. Ev 395.3

En el pasado algunos en el sanatorio han pensado que era su deber presentar en todas partes la cuestión del sábado. Han importunado a los pacientes con este tema con fervor y persistencia. A tales personas los ángeles de Dios les dirían: “No pronunciéis palabras sino haced obras”. La vida diaria dice mucho más que cualquier cantidad de palabras. El gozo estable, la tierna bondad, la bondad cristiana, la paciencia y el amor derretirán el prejuicio y abrirán el corazón para que reciba la verdad. Hay pocas personas que comprenden el poder de estas influencias preciosas.—Manuscrito 53, 1899. Ev 395.4