Capítulo 17—Las mujeres llamadas a servir
“Entonces en Jope había una discípula llamada Tabita, que si lo declaras, quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía”. Hechos 9:36.
El movimiento de Dorcas hoy día—Ciertamente, debiera haber un número mayor de mujeres entregadas a la obra de ministrar a la humanidad doliente, elevando a los seres humanos y educándolos para que crean, simplemente para que crean, en Jesucristo como nuestro Salvador. Y a medida que las almas se entreguen al Señor Jesús, haciendo una entrega completa, entenderán la doctrina. ...
MB 149.1
Me duele porque no hay más hermanas nuestras, en Norteamérica, que estén haciendo la obra que podrían realizar para el Señor Jesús. Morando en Cristo, recibirían valor, fortaleza y fe para la obra. A muchas mujeres les gusta hablar. ¿Por qué no pueden hablar las palabras de Cristo a las almas que perecen? Mientras más estrechamente nos relacionamos con Cristo, el corazón conoce la desgracia de las almas que no conocen a Dios y que no sienten la deshonra con que afligen a Cristo que las ha comprado con un precio.
MB 149.2
Cuando las mujeres creyentes sientan el peso de las almas y el peso de los pecados que no son de ellas, trabajarán como Cristo trabajó. No estimarán ningún sacrificio demasiado grande por ganar almas para Cristo. Y todo el que tenga este amor por las almas, es nacido de Dios; está listo para seguir las pisadas de Cristo y sus palabras y su voz serán talentos que empleará en el servicio del. Maestro; el mismo alimento que viene de la fuente original a sus propias almas, fluirá por distintos canales de amor a las almas que se están marchitando y secando.
MB 149.3
Hay una educación constante en esta obra. El deseo de ser una bendición, descubre las debilidades e imperfecciones del obrero. Esto impulsa al alma a ir a Dios en oración, y el Señor Jesús da luz y su Espíritu Santo y comprenden que es Cristo quien efectúa el ablandamiento y el quebrantamiento de los corazones duros.—Carta 133, 1898.
MB 150.1
El valor de la organización—La obra que Ud. está haciendo para ayudar a nuestras hermanas, a fin de que sientan su responsabilidad individual ante Dios, es una obra buena y necesaria. Ha sido descuidada durante mucho tiempo. Pero cuando esta obra se traza con líneas claras, sencillas y definidas, podemos esperar que los deberes hogareños, en vez de ser descuidados, serán hechos mucho más inteligentemente. El Señor quiere que nosotros siempre hagamos resaltar el valor del alma humana ante aquellos que no comprenden su valor.
MB 150.2
Si podemos hacer arreglos para que haya grupos organizados, regulares, inteligentemente instruidos en lo que atañe a la parte que deben realizar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrán una vida y vitalidad que hace mucho que necesitaban. Se apreciará la excelencia del alma que Cristo ha salvado. Nuestras hermanas generalmente sufren debido a que sus familias aumentan y no se aprecian sus pruebas. Por mucho tiempo he anhelado que hubiera mujeres que pudieran ser educadas para ayudar a nuestras hermanas a levantarse de su desánimo y sentir que podrían hacer una obra para el Señor. Esto es hacer brillar rayos de sol en sus propias vidas, que se reflejan en los corazones de otros. Dios la bendecirá y a todas las que se unan con Ud. en esta gran obra.—Carta 54, 1899.
MB 150.3
El Señor tiene una obra para las mujeres—El Señor tiene una obra tanto para las mujeres como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la obra de Dios en esta crisis y él trabajará por medio de ellas. Si están imbuidas con el sentido de su deber y trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán precisamente el dominio propio que se requiere para este tiempo. El Salvador reflejará sobre estas abnegadas mujeres la luz de su semblante y les dará un poder que sobrepuje al de los hombres. Pueden hacer en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que llega hasta la vida íntima. Pueden acercarse al corazón de aquellas personas a las cuales los hombres no pueden llegar. Se necesita su obra.—The Review and Herald, 26 de agosto de 1902.
MB 151.1
Las mujeres tienen un destino elevado—Hermanas, podéis hacer una obra noble para Dios si queréis. La mujer no conoce su poder. Dios no quiso que sus capacidades fuesen todas absorbidas en preguntarse: “¿Qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Con qué me vestiré?” Hay un propósito más elevado para la mujer, un destino más grandioso. Debe desarrollar y cultivar sus facultades; porque Dios puede emplearlas en su gran obra de salvar a las almas de la ruina eterna.—Joyas de los Testimonios 1:597.
MB 151.2
Podemos decir con seguridad que la dignidad y la importancia de la misión de la mujer y sus deberes distintivos son de un carácter más sagrado y santo que los deberes de los hombres. ... Comprendan las mujeres lo sagrado de su obra y emprendan su misión con la fuerza y el temor de Dios.—Testimonies for the Church 3:565.
MB 151.3
Si podemos impresionar en la mente de nuestras hermanas el bien que pueden hacer mediante el Señor Jesús, veremos una gran obra que se realizará.—Carta 119, 1898.
MB 152.1
Las mujeres llamadas a ser mensajeras de misericordia—Necesitamos grandemente mujeres consagradas que, como mensajeras de misericordia visiten a las madres y a los niños en sus hogares y les ayuden en las tareas diarias del hogar, si fuera necesario, antes de comenzar a hablarles acerca de la verdad para este tiempo. Encontraréis que por este método tendréis almas como resultado de vuestro ministerio.—The Review and Herald, 12 de julio de 1906.
MB 152.2
¿Por qué estáis ociosas?—El Señor de la viña está diciendo a muchas mujeres que ahora no hacen nada: “¿Por qué estáis aquí todo el día ociosas?” Ellas pueden ser instrumentos de justicia, que rindan un servicio santo. Fué María la primera que predicó un Jesús resucitado; y la influencia refinadora y suavizadora de las mujeres cristianas se necesita en la gran obra de predicar la verdad ahora. Si hubiera veinte mujeres donde ahora hay una que hicieran de la salvación de las almas su obra favorita, veríamos mucho más almas convertidas a la verdad. El celo y la diligencia continuos en la causa de Dios tendrían un pleno éxito y asombrarían con sus resultados. El trabajo debe hacerse por medio de la paciencia y la perseverancia, y en esto se manifiesta la verdadera dedicación a Dios. El demanda hechos y no sólo palabras.
MB 152.3
La obra de Dios es digna de nuestros mejores esfuerzos. ... Con frecuencia estamos tan embargados en nuestros intereses egoístas que nuestro corazón no puede apreciar las necesidades de la humanidad. Nos faltan hechos de simpatía y benevolencia, en el sagrado ministerio social para los necesitados, los oprimidos y los dolientes.—The Signs of the Times, 16 de septiembre de 1886.
MB 152.4
La obra que ha de hacerse—La inacción y una ociosidad enfermiza están debilitando las fuerzas vitales de las mujeres. Hay aquellas que pasan horas de tiempo precioso en cama, lo que no las bendice con un aumento de fuerza o de aliviar a otros de sus cargas, sino que trae sobre ellas debilidad y las arraiga en sus malos hábitos. Esas horas malgastadas ociosa e innecesariamente en la cama, nunca pueden ser recuperadas. El pecado del tiempo así perdido se anota en el libro de registros.
MB 153.1
Hay suficiente que hacer en este nuestro atareado mundo. Hay muchos en la gran familia de Dios que necesitan simpatía y ayuda. Si nuestra propia obra no demanda nuestro tiempo, hay enfermos que visitar, pobres que ser animados y ayudados.—The Health Reformer, junio de 1873.
MB 153.2
Un lugar único para las mujeres en la obra—Hay un amplio campo en el cual nuestras hermanas pueden realizar un buen servicio para el Maestro en las diversas ramas de la obra relacionada con la causa de Dios. Mediante sus trabajos misioneros, ellas pueden alcanzar a una clase que no pueden alcanzar nuestros ministros. ... Hay una obra descuidada o hecha imperfectamente, que podría realizarse plenamente con la ayuda que las hermanas pueden dar. Hay tantas clases de trabajos demasiado pesados para las mujeres, en los cuales se ocupan nuestros hermanos, que se descuidan muchas ramas de obra misionera. Quedan sin hacerse muchas cosas relacionadas con diferentes iglesias que las mujeres, si se las instruye debidamente, podrían atender. Nuestras hermanas podrían servir como tesoreras de iglesia, y los negocios de la iglesia no se descuidarían tan tristemente. Hay muchas otras tareas relacionadas con la causa de Dios que nuestras hermanas están mejor preparadas para realizar que nuestros hermanos y en las cuales podrían hacer una labor eficiente.—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.
MB 153.3
La correspondencia misionera—Las mujeres pueden hacer una buena obra en el campo misionero escribiendo a los amigos e indagando sus verdaderos sentimientos en relación con la causa de Dios. Algunos asuntos muy importantes se aclaran por este medio. Los obreros no debieran buscar la exaltación propia, sino presentar la verdad en su sencillez, siempre que tengan una oportunidad.—The Signs of the Times, 16 de septiembre de 1886.
MB 154.1
La demanda de Dios de nuestro tiempo y dinero—No tenemos derecho, mis hermanas cristianas, de malgastar nuestro tiempo y dar ese ejemplo a otras que son menos aptas que nosotras de malgastar su tiempo y energías en adornos innecesarios, en vestidos o muebles o en ocuparse en superfluidades en el alimento. Tenemos deberes religiosos que cumplir y si descuidamos esos deberes y dedicamos nuestro tiempo a cosas innecesarias, empequeñeceremos el intelecto y apartaremos los afectos de Dios. El Autor de nuestra existencia demanda nuestro tiempo y nuestro dinero. El tiene pobres y dolientes, en torno de nosotros, que el dinero puede aliviar y que pueden ser bendecidos mediante palabras alentadoras y animadoras. Cristo se identifica a sí mismo con las necesidades de la humanidad doliente. Cuando descuidabais las visitas a la viuda y los huérfanos probados en el horno de la aflicción, sufriendo necesidades y privaciones, no os disteis cuenta de que Cristo anotaría las circunstancias contra vosotras en el libro de registro, como si lo hubierais descuidado a él.—The Health Reformer, junio de 1873.
MB 154.2
Ocupaos del evangelismo personal—Una necesidad directa queda suplida por la obra de las mujeres que se han entregado al Señor y están tratando de ayudar a las personas menesterosas y heridas por el pecado. Se ha de realizar una obra de evangelización personal. Las mujeres que se hacen cargo de esta obra llevan el Evangelio a los hogares de la gente por los caminos y los vallados. Leen y explican la Palabra a las familias, orando con ellas, cuidando a los enfermos y aliviando sus necesidades temporales.—Joyas de los Testimonios 2:405.
MB 154.3
1758
MB
El Ministerio de la Bondad
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