El Ministerio de la Bondad
Capítulo 15—La obra de asistencia social en los hogares
La puerta de entrada a los hogares—La obra médico-misionera es la obra de avanzada del Evangelio, la puerta por la cual ha de hallar entrada en muchos hogares la verdad para este tiempo. Los hijos de Dios han de ser genuinos misioneros de la obra médica, pues han de aprender a atender las necesidades tanto del alma como del cuerpo. La abnegación más acrisolada han de mostrar nuestros obreros mientras vayan a dar tratamientos a los enfermos, con el conocimiento y la experiencia ganados en la obra práctica. Al ir de casa en casa, hallarán acceso a muchos corazones. Serán alcanzados muchos que, de otra manera, nunca habrían oído el mensaje evangélico.—The Review and Herald, 17 de diciembre de 1914. MB 129.1
Cristo guiará en esta labor—Si os mantenéis cerca de Cristo y lleváis su yugo, aprenderéis diariamente de él a comunicar mensajes de paz y consuelo a los entristecidos y desilusionados, a los de corazón triste y quebrantado. Podréis conducir a los desalentados a la Palabra de Dios, y llevar a los enfermos al Señor en oración. Mientras oráis, hablad a Cristo como hablaríais a un amigo de confianza y muy amado. Mantened una dulce, libre y agradable dignidad, como hijos de Dios. Esto será reconocido.—Joyas de los Testimonios 2:542, 543. MB 129.2
La obra de médicos y enfermeros semejantes a Cristo—Ojalá todos los que están afligidos pudieran ser tratados por médicos y enfermeros semejantes a Cristo, que pudieran ayudarles a colocar sus cansados cuerpos, transidos por el dolor, al cuidado del gran Sanador, con fe que dependa de él para la curación. MB 129.3
Cada cristiano sincero se inclina ante Jesús como el verdadero Médico de las almas. Cuando Cristo está al lado del lecho del afligido, muchos no sólo se convertirán sino que se sanarán. Se ganará una gran victoria si, mediante un trato cuidadoso, el enfermo es inducido a entregar su alma a Cristo y a colocar sus pensamientos en obediencia a la voluntad de Dios.—The Review and Herald, 9 de mayo de 1912. MB 130.1
Los enfermeros misioneros en el hogar—El Señor desea que hombres y mujeres juiciosos se desempeñen como enfermeros para consolar y ayudar a los enfermos y dolientes. ... Hay muchas clases de trabajo que han de realizarse mediante los enfermeros misioneros. Hay oportunidades para los enfermeros bien preparados de entrar en las familias y procurar despertar un interés en la verdad. En casi cada localidad hay muchos que no asisten a ningún servicio religioso. Si quiere ganárselos para el Evangelio, éste debe ser llevado hasta sus hogares. Con frecuencia el alivio de sus necesidades físicas es el único medio por el cual se puede alcanzarlos. Cuando enfermeros misioneros cuidan de los enfermos y alivian la aflicción de los pobres, encontrarán muchas oportunidades para orar con ellos, para leerles de la Palabra de Dios, para hablar del Salvador. Pueden orar con los desvalidos y por aquellos que no tienen fuerza de voluntad para regir los apetitos que la pasión ha degradado. Pueden llevar un rayo de esperanza a la vida de los derrotados y descorazonados. Su amor desinteresado, manifestado en actos de bondad desinteresada, facilitará que crean en el amor de Jesús esos dolientes (Ibid.). MB 130.2
Enseñad a la gente cómo conservarse bien—La obra misionera médica presenta muchas oportunidades para servir. La intemperancia en el comer y la ignorancia de las leyes de la naturaleza están ocasionando muchas de las enfermedades que existen y están despojando a Dios de la gloria que se le debe. ... Enseñad a la gente que es mejor saber cómo conservarse bien que saber cómo curar enfermedades. Debiéramos ser educadores sabios que amonesten a todos contra la indulgencia propia. Al ver la desdicha, la deformidad y la enfermedad que han entrado en el mundo como resultado de la ignorancia, ¿córno podemos refrenarnos de hacer nuestra parte para iluminar a los ignorantes y aliviar a los dolientes?—Ibid. 6 de junio de 1912. MB 130.3
Todos debieran dominar los principios sencillos—Los hijos de Dios han de ser genuinos misioneros de la obra médica. Han de aprender a atender las necesidades del alma y del cuerpo. Debieran saber cómo dar los sencillos tratamientos que hacen tanto para aliviar el dolor y eliminar la enfermedad. Debieran estar familiarizados con los principios de la reforma pro salud, para que puedan mostrar a otros cómo, mediante hábitos correctos de comer, beber y vestirse, puede ser evitada la enfermedad y recuperada la salud. Una demostración del valor de los principios de la reforma pro salud hará mucho para eliminar los prejuicios contra nuestra obra evangélica. El gran Médico, el originador de la obra médico-misionera, bendecirá a cada uno que avance humilde y confiadamente, procurando impartir la verdad para este tiempo.—Ibid. 5 de mayo de 1904. MB 131.1
Es esencial una reforma continua—Una reforma, una continua reforma, debe mantenerse delante de la gente y, mediante nuestro ejemplo, debemos dar fuerza a nuestras enseñanzas. La verdadera religión y las leyes de la salud van de la mano. Es imposible trabajar para la salvación de los hombres y mujeres sin presentarles la necesidad de apartarse de las condescendencias pecaminosas que destruyen la salud, rebajan el alma e impiden que la verdad divina impresione la mente. Debe enseñarse a los hombres y mujeres a repasar cuidadosamente cada hábito y práctica y eliminar inmediatamente aquellas cosas que causan una condición desfavorable para la salud en el cuerpo y así proyectan una sombra oscura sobre la mente.—Ibid. 12 de noviembre de 1901. MB 131.2
Enseñad los principios culinarios saludables—A causa de que las avenidas del alma han sido cerradas por el tirano prejuicio, muchos ignoran los principios de una vida sana. Un buen servicio puede hacerse al enseñar a la gente cómo preparar alimentos saludables. Esta fase del trabajo es tan esencial como cualquiera otra que se pueda emprender. Deberían establecerse más escuelas de cocina, y algunos deberían trabajar de casa en casa, dando instrucciones en el arte de preparar alimentos saludables. Muchísimos serán rescatados de una degeneración física, mental y moral por medio de la influencia de la reforma pro salud. Estos principios se recomendarán por sí mismos a aquellos que están buscando luz, y por medio de ellos adelantarán hasta recibir la completa verdad para este tiempo. MB 132.1
Dios desea que su pueblo imparta lo que recibe. Como imparcial y desinteresado testigo, ha de dar a otros lo que el Señor le ha dado a él. Y cuando os alistéis en esta obra y con cuanto medio esté a vuestro alcance busquéis alcanzar los corazones, estad seguros de trabajar en una forma que quite prejuicios en vez de crearlos. Haced de la vida de Cristo vuestro constante estudio y trabajad como él lo hizo, siguiendo su ejemplo.—Ibid. 6 de junio de 1912. MB 132.2
Necesitamos una verdadera educación en el arte de cocinar. ... Formad clases donde podáis enseñar a la gente cómo hacer buen pan y cómo mezclar ingredientes para hacer combinaciones sanas de alimentos con los cereales y las verduras.—Manuscrito 150, 1905. MB 132.3
Proceded de tal manera que haga recomendable la reforma pro salud—Muchas de las opiniones sostenidas por los adventistas del séptimo día difieren enormemente de aquellas mantenidas por el mundo en general. Aquellos que defienden una verdad impopular sobre todas las otras, deberían tratar de ser consecuentes en sus propias vidas. Ellos no deberían tratar de ver cuán diferentes pueden ser de otros, sino cuán cerca pueden llegar hasta aquellos en quienes desean influir, a fin de que puedan ayudarles a coincidir en los principios que ellos mismos tienen en tan alta estima. Un proceder tal hará recomendables las verdades que sostienen. MB 133.1
Aquellos que están abogando por una reforma en el régimen alimentario, deberían presentar, por medio de la provisión que ellos hacen para su propia mesa, las ventajas de la higiene en el mejor aspecto. De este modo, darían ejemplo de estos principios para recomendarlos ante el juicio de las mentes sinceras. ... MB 133.2
Cuando aquellos que defienden la reforma pro salud llevan la cuestión hasta los extremos, no se puede reprochar a la gente de que se disguste. A menudo, nuestra fe religiosa, por este motivo es llevada hasta el descrédito, y en muchos casos aquellos que fueron testigos de tales exhibiciones de inconsecuencia nunca podrán después llegar a pensar que hay algo bueno en la reforma. Estos extremistas hacen más daño en pocos meses de lo que podrían reparar en toda una vida. Ellos están empeñados en la labor que Satanás desea ver adelantar. ... Ideas estrechas o fanatismos en pequeñas cuestiones han sido un gran perjuicio en la causa de la reforma pro salud.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 55-57. MB 133.3
No deben imponerse puntos de vista personales—Los que sólo tienen un conocimiento incompleto de los principios de la reforma son muchas veces los más intransigentes, no sólo al practicar sus opiniones, sino que insisten en imponerlas a sus familias y vecinos. El efecto de sus mal entendidas reformas, tal como se lo nota en su propia mala salud, y los esfuerzos que hacen para obligar a los demás a aceptar sus puntos de vista, dan a muchos una idea falsa de lo que es la reforma alimentaria, y los inducen a desecharla por completo. MB 133.4
Los que entienden debidamente las leyes de la salud y que se dejan dirigir por los buenos principios, evitan los extremos, y no incurren en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no meramente para agradar al paladar, sino para reconstituir el cuerpo. Procuran conservar todas sus facultades en la mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben someter su apetito a la razón y a la conciencia, y son recompensados con la salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus opiniones a los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en favor de los principios correctos. Estas personas ejercen una extensa influencia para el bien. MB 134.1
En la reforma alimentaria hay verdadero sentido común. El asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, y nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo mismo. Ciertos alimentos que son apetitosos y saludables para una persona, bien pueden ser desabridos, y aun nocivos, para otra. Algunos no pueden tomar leche, mientras que a otros les sienta bien. Algunos no pueden digerir guisantes ni judías; otros los encuentran saludables. Para algunos las preparaciones de cereales poco refinados son un buen alimento, mientras que otros no las pueden comer.—El Ministerio de Curación, 245, 246. MB 134.2
Luz para la salvación del mundo—Los que actúan como maestros han de ser inteligentes en cuanto a la enfermedad y sus causas, comprendiendo que cada acción del agente humano debería estar en perfecta armonía con las leyes de la vida. La luz que Dios ha dado en la reforma pro salud es para nuestra salvación y la salvación del mundo. Hombres y mujeres deberían estar informados en cuanto a la morada humana, preparada por nuestro Creador como su vivienda, y sobre su deseo de que seamos fieles mayordomos. “Vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo”.—The Review and Herald, 12 de noviembre de 1901. MB 135.1
Reanimando la confianza—Muchos no tienen fe en Dios y han perdido la confianza en el hombre, sin embargo aprecian los actos de simpatía y de ayuda. Cuando ellos ven a alguien que no tiene ningún interés en la fama mundanal ni en recibir recompensa alguna, que visita sus hogares asistiendo a los enfermos, dando de comer al hambriento, vistiendo al desnudo, consolando al triste y tiernamente haciendo que todos dirijan la vista hacia Aquel de cuyo amor y simpatía el obrero humano es sólo el mensajero, cuando ven todo eso, su corazón es conmovido. La gratitud brota, se enciende la fe. Ven que Dios cuida de ellos, y cuando se abre su Palabra, están preparados para oír.—Ibid. 9 de mayo de 1912. MB 135.2
Muchos son salvados de la degradación—Me ha sido mostrado que la obra médico-misionera hallará, en la más profunda degradación, hombres que una vez tuvieron mentes puras, preciosas cualidades, los cuales serán rescatados de su condición caída por medio de un trabajo apropiado. La verdad, tal como es en Jesús, es la que ha de ser presentada delante de las mentes humanas después de que se les ha atendido bondadosamente y se ha suplido sus necesidades físicas. El Espíritu Santo está trabajando y cooperando con los agentes humanos que están trabajando por tales almas y algunas apreciarán el fundamento [puesto] sobre una roca para su fe religiosa. No han de presentarse doctrinas que resulten chocantes a estos individuos a quienes Dios ama y compadece; pero cuando son ayudados físicamente por quienes realizan la obra médico-misionera, el Espíritu Santo coopera con la labor de agentes humanos para despertar las facultades morales. Los poderes de la mente se despiertan a la actividad, y esas pobres almas, muchas de ellas, serán salvas en el reino de Dios. MB 135.3
No hay, ni habrá jamás, nada comparable a la obra del buen samaritano para dar carácter a la misión de presentar la verdad que ayude a la gente, llegando hasta ella donde esté. Un trabajo adecuadamente conducido para salvar pobres pecadores que han sido pasados por alto por las iglesias, será una cuña metida por donde la verdad establecerá su morada. Un diferente orden de cosas necesita establecerse entre nosotros como pueblo, y si esta clase de obra se realiza, entonces se creará una atmósfera enteramente diferente alrededor de las almas de los obreros, porque el Espíritu Santo se comunicará a todos los que están haciendo el servicio de Dios, y aquellos que están obrando con el Espíritu Santo serán un poder de Dios para levantar, fortalecer y salvar las almas que están próximas a perecer.—Special Testimonies, Series A 11:32. MB 136.1
Se requieren celo y perseverancia—¡Si yo pudiera despertar a nuestro pueblo en un cristiano empeño, si pudiera guiarlos a empeñarse en la obra médic-omisionera con santo celo y divina perseverancia, no en unos pocos lugares, sino en todas partes, haciendo esfuerzo personal por aquellos que están fuera del redil, cuán agradecida estaría! Ese es el verdadero trabajo misionero. En algunos lugares esto se realiza evidentemente con poco éxito; pero el Señor aún abre el camino y un señalado éxito acompañará al esfuerzo. Se hablan palabras que son como clavos afirmados en un lugar seguro. Los ángeles del cielo cooperan con los instrumentos humanos y los pecadores son ganados para el Salvador.—Carta 43, 1903. MB 136.2
Se llama a hombres y mujeres santos y consagrados—Se necesitan ahora personas santas y consagradas, tanto hombres como mujeres, para avanzar como misioneros de la obra médica. Cultiven ellos sus facultades físicas y mentales y su caridad hasta lo sumo. Debería hacerse todo lo posible para enviar obreros inteligentes. La misma gracia que vino de Jesucristo a Pablo y Apolos, que hizo que ellos se distinguieran por su excelencia espiritual, puede ser recibida ahora, y dará dentro del trabajo establecido muchos misioneros piadosos.—Special Testimonies Relating to Medical Missionary Work, 8. MB 137.1
No demoréis—Actualmente se necesitan evangelistas médico-misioneros. No podéis consagrar muchos años a vuestra preparación. Muy pronto, las puertas abiertas hoy se cerrarán para siempre. Proclamad el mensaje ahora. No esperéis que el enemigo haya tenido ocasión de tomar posesión de los campos que se abren ahora delante de vosotros. Grupos pequeños deben ir a cumplir la obra que Cristo asignó a sus discípulos. Trabajen como evangelistas, repartiendo nuestros impresos, hablando de la verdad a las personas que encuentren. Oren por los enfermos, esforzándose por aliviarlos, no con drogas, sino con remedios naturales, enseñándoles a recuperar la salud y evitar la enfermedad. Joyas de los Testimonios 3:371.* MB 137.2