El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 38—La venta de alimentos

No se condena la venta de alimentos propiciada por la iglesia—Cuando se realizó la feria del Estado en Battle Creek, nuestros hermanos llevaron tres o cuatro grandes cocinas económicas y se demostró cómo se pueden preparar buenas comidas sin usar carne. Se nos dijo que nuestra mesa era la mejor de la feria. Todas las veces que se realicen grandes concentraciones es nuestro privilegio trazar planes a fin de poder proporcionar a los que asisten alimentos saludables y debéis hacer que vuestra tarea sea educativa.—Manuscrito 27, 1906. MB 298.1

Una experiencia singular en la enseñanza pro salud—Fué en ocasión de la visita del gran circo Barnum a esa ciudad, el 28 de junio, cuando las señoras de la Unión Pro Temperancia de Mujeres Cristianas asestaron un buen golpe en favor de la temperancia y de la reforma al organizar un inmenso restaurante regido por normas de temperancia para acomodar a la muchedumbre campesina que venía para visitar el circo, impidiéndole así visitar las tabernas y cantinas, donde habría estado expuesta a la tentación. La gigantesca tienda que usaba la Asociación de Míchigan para sus congresos, en la que cabían 5.000 personas, fué levantada para la ocasión. Bajo este inmenso tabernáculo de lona, se pusieron quince o veinte mesas para acomodar a los huéspedes. MB 298.2

Al ser invitado, el sanatorio puso una gran mesa en el centro del gran pabellón, abundantemente provista de deliciosas frutas, cereales y legumbres. Esta mesa constituía la atracción principal, y era más favorecida que cualquier otra. Aunque tenía unos diez metros de largo, estaba tan atestada que fué necesario añadir otra de unos seis metros, la que también se vió muy concurrida.—Testimonios Selectos 3:281, 282. MB 298.3

Planes para un banquete—Ayer conversé unas dos horas con A y su esposa, que trabajan en este sanatorio. Pienso que la entrevista fué muy provechosa. Hablaron de un plan que acarician: dar un banquete en el sanatorio e invitar a destacadas personalidades de Santa Helena, banqueros, abogados y pastores. Tienen la esperanza de que así podrán hacer algo para desvirtuar la impresión que parecen sostener algunos en Santa Helena, de que esta institución es un lugar donde solamente se atiende a gente tonta y decrépita. El hermano B, gerente del Restaurante Vegetariano San Francisco, vendrá para tomar a su cargo la preparación del banquete. MB 299.1

No veo objeción para este plan. Cuando la luz de la reforma pro salud nos llegó por primera vez, acostumbrábamos, en ocasiones especiales, llevar algunas cocinas económicas a lugares donde la gente estaba reunida y allí mismo preparar pan sin levadura, bollos, etc. Y creo que el resultado de nuestros esfuerzos fué bueno, aunque, naturalmente, no teníamos la preparación que ahora tenemos sobre un régimen alimentario saludable. En aquel tiempo, recién comenzábamos a aprender cómo vivir sin consumir carne. MB 299.2

A veces teníamos huéspedes y nos tomábamos gran cuidado para que todo lo que preparábamos para comer fuera sabroso y bien presentado. En la estación de las frutas, conseguíamos moras y frambuesas frescas. Hacíamos de la comida una lección objetiva que mostraba a los presentes que nuestra dieta, a pesar de estar de acuerdo con los principios de la reforma pro salud, estaba muy lejos de ser mezquina. MB 299.3

A veces una corta conferencia sobre temperancia se daba en conexión con esos agasajos y así la gente quedaba enterada de nuestros principios de vida. Tanto como sepamos, todos quedaban contentos e instruidos. Siempre teníamos algo que decir acerca de la necesidad de proveer alimento saludable y de prepararlo sencillamente, pero haciéndolo tan sabroso y agradable que los que lo comieran pudieran quedar satisfechos.—Carta 166, 1903. MB 299.4

Peligro de hacer de la ganacia financiera en la venta de alimentos nuestro objetivo principal—También se ha dado luz de que en las ciudades habría oportunidad para realizar una obra similar a la que hicimos en la feria de Battle Creek. En armonía con esta instrucción, se han establecido restaurantes higiénicos. Pero hay un grave peligro de que nuestros obreros que trabajan en los restaurantes lleguen a estar tan imbuidos del espíritu mercantilista que dejen de impartir la luz que la gente necesita. Nuestros restaurantes nos ponen en contacto con mucha gente, pero si permitimos que nuestras mentes se ocupen con el pensamiento de un beneficio financiero, habremos dejado de cumplir el propósito de Dios. El quiere que aprovechemos de cada oportunidad de presentar la verdad que ha de salvar a hombres y mujeres de la muerte eterna.—Manuscrito 27, 1906. MB 300.1

Cristo llegaba a la gente en sus comidas y fiestas—Cristo es nuestro Maestro. Con definidas instrucciones preparó a sus seguidores para su obra antes de dejarlos. Tan pronto como pudo hablar, Cristo usó el talento de la palabra en el círculo familiar y entre amigos y conocidos, en una forma que no tuvo ningún error. Ni una palabra impura se escapó de sus labios. Nunca cometió una mala acción, pues era el Hijo de Dios. Aunque tenía una forma humana, sin embargo fué sin sombra de pecado. MB 300.2

Cuando comenzó su obra, al ser invitado a una cena o festín por fariseos o publicanos, aceptaba la invitación. Fué acusado por los dirigentes religiosos de comer con publicanos y lo acusaron de que era igual a ellos. Pero en tales ocasiones Cristo dirigía la conversación en la mesa y daba muchas lecciones preciosas. Los presentes lo escuchaban, ¿acaso él no había sanado a sus enfermos, confortado a los tristes, levantado en sus brazos a sus hijos para bendecirlos? Los publicanos y pecadores fueron atraídos hacia él y cuando abría sus labios para hablar, su atención se fijaba en él. MB 300.3

Cristo enseñó a sus discípulos cómo debían conducirse cuando estaban en compañía de aquellos que no eran religiosos y de los que lo eran. El les enseñó con su ejemplo que cuando asistieran a una reunión pública no necesitaban preocuparse por algo que decir. Pero su conversación difería muy decididamente de las que habían oído en los festines del pasado. Cada palabra que pronunciaba tenía sabor de vida para vida para sus oyentes, que lo escuchaban con profunda atención, como si desearan escucharlo con un propósito. MB 301.1

El respeto demostrado a Cristo en las fiestas a que asistía estaba en marcado contraste con la forma en que los escribas y fariseos eran tratados, y esto los inquietaba. Cristo daba lecciones adaptadas a las necesidades de sus oyentes. Estando en una fiesta, presentó la parábola de la gran cena y mostró la forma en que fué tratada la invitación del rey ... MB 301.2

El gran Maestro hablaba como quien tiene autoridad. Instruyó a sus discípulos en cuanto a los deberes y reglas de una vida social verdadera, que eran los mismos que las leyes del reino de Dios. Cristo decía sus palabras con gran claridad y sencillez y no con sonido incierto. Sus palabras eran como manzanas de oro con figuras de plata.—Manuscrito 19, 1899. MB 301.3

Las oportunidades en grandes reuniones—Se me ha instruido que cuando nos aproximemos al fin habrá grandes reuniones en nuestras ciudades, como la que hubo recientemente en San Luis, y que se deben hacer preparativos para presentar la verdad en esas reuniones. Cuando Cristo estuvo en la tierra aprovechó cada una de estas oportunidades. Dondequiera que una gran muchedumbre se reuniera con un propósito, su voz era oída, clara y distinta, dando su mensaje. Y como resultado, después de su crucifixión y ascensión, miles se convirtieron en un día. La semilla sembrada por Cristo se hundió profundamente en los corazones y germinó, y cuando los discípulos recibieron el don del Espíritu Santo, se recogió la cosecha. ... MB 301.4

En cada gran reunión algunos de nuestros pastores deberían estar presentes. Deberían trabajar con sabiduría para obtener un auditorio y presentar la luz de la verdad delante de tantos como sea posible. ... MB 302.1

Deberíamos aprovechar cada una de esas oportunidades como la que se presentó en la exposición de San Luis. En todas las reuniones similares deberían estar presentes hombres a quienes Dios pueda usar. Deberían distribuirse entre la gente, como las hojas de otoño, folletos que contengan la luz de la verdad presente. Para muchos que asisten a esas reuniones, esos folletos serían como las hojas del árbol de la vida, las cuales son para la sanidad de las naciones.—Carta 296, 1904. MB 302.2