El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 30—Nuestra responsabilidad hacia los ciegos

Tratad a los ciegos con compasión—El Señor desea que los que están relacionados con la obra médico-misionera sean verdaderos misioneros. En palabra y acción, ellos deben ser como era Cristo. No deben ser misericordiosos solamente cuando sienten un impulso de mostrar misericordia, ni tampoco actuar por egoísmo con los que son los más necesitados de la obra médico-misionera. Por ejemplo, los ciegos deben ser tratados con compasión. Que los actos de los médicos misioneros hacia los ciegos revelen que ellos han aprendido que como verdaderos misioneros de Dios no han hecho por esa clase desventurada de seres muchas cosas que han quedado sin ser hechas. De acuerdo a lo que me fué presentado, sé que muchísimos casos no han recibido el aliento que Cristo les habría dado de estar en el lugar de nuestros médicos misioneros. MB 250.1

El Señor, él es Dios. El nota estos casos de negligencia. Cada una de las acciones equivocadas es una tergiversación de su misericordia, de su amor desinteresado y de su benevolencia. MB 250.2

He sido instruida para decir: “Vigilad cuidadosamente, con oración y escrupulosamente a fin de que la mente no se embargue con negocios y transacciones muy importantes hasta el punto de que se descuide la verdadera piedad y el amor por las almas se apague, a pesar de la grande y enternecedora necesidad de que seáis la mano ayudadora de Dios para los ciegos y para todos los demás desventurados”. Los más desamparados demandan la mayor atención. Usad vuestro tiempo y vuestra fuerza en aprender a ser fervientes en el espíritu, a amar justicia y a amar misericordia, “sirviendo al Señor”. Recordad que Cristo dijo: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”.—Manuscrito 109, 1902. MB 250.3

A pesar de que Dios es un amigo para los ciegos y los infortunados, él no excusa sus pecados. Requiere de ellos que se sobrepongan y perfeccionen un carácter cristiano en el nombre de Jesús, quien venció en su beneficio. Pero Jesús se compadece de nuestras debilidades y está pronto para darnos fuerza, para que cobremos ánimo en la aflicción y que resistamos las tentaciones de Satanás, si echamos nuestra carga sobre él. MB 251.1

Angeles guardan a los ciegos—Dios manda ángeles para ministrar a los que están ciegos físicamente. Angeles guardan sus pasos y los libran de mil peligros que, aunque desconocidos para ellos, acechan su sendero. Servicio Cristiano Eficaz, 266. Pero el Espíritu de Dios no los asiste, a menos que abriguen un espíritu de bondad y que procuren con diligencia tener control sobre sus naturalezas y poner sus pasiones y capacidades bajo la sumisión de Dios. Deben cultivar un espíritu de amor y controlar sus palabras y acciones. MB 251.2

Me ha sido mostrado que Dios requiere que su pueblo sea mucho más compasivo y considerado con los infortunados de lo que es. “La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es ésta: visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo”. Aquí se define la religión genuina. Dios requiere que la misma consideración que se debiera tener con las viudas y los huérfanos sea dispensada a los ciegos y a los que sufren de otras dolencias físicas. Una benevolencia desinteresada es muy rara en esta época en el mundo.—Testimonies for the Church 3:516. MB 251.3

Guardianes de los desafortunados—Si existen en la iglesia personas que hacen tropezar a un ciego, deben ser juzgadas, porque Dios las ha hecho guardianas de los ciegos, los afligidos, las viudas y los huérfanos. La piedra de tropiezo de la cual habla la Palabra de Dios no se refiere a un trozo de madera colocado ante los pies del ciego para hacerlo tropezar, sino que abarca mucho más que esto. Implica cualquier conducta que pueda seguirse para perjudicar la influencia de un hermano ciego, para obrar contra sus intereses, u obstaculizar su prosperidad.—Servicio Cristiano Eficaz, 266. MB 252.1

Un hermano que es ciego y pobre y está enfermo y hace todo lo posible para ayudarse a sí mismo a fin de no depender de otros, debería ser alentado por sus hermanos en toda forma posible. Pero aquellos que profesan ser sus hermanos, que tienen el uso de todas sus facultades, que no dependen de otros, han olvidado hasta tal punto su deber hacia los ciegos que confunden, angustian y entorpecen su camino; están realizando un trabajo que requiere arrepentimiento y restauración antes que Dios acepte sus oraciones. Y la iglesia de Dios, que ha permitido que esos infortunados hermanos sean perjudicados, será culpable de pecado mientras no haga todo lo posible para que lo errado se corrija.—Testimonies for the Church 3:520. MB 252.2

El punto de vista de la misericordia—Ojalá todos podamos ver como Dios ve. Ojalá todos se den cuenta de cómo Dios contempla a aquellos hombres que profesan ser seguidores de Cristo, que tienen la bendición de la vista y la ventaja de los sentidos en su favor, y que todavía envidian la pequeña prosperidad que alegra al pobre ciego y que podría beneficiarlos a ellos incrementando el acopio de sus medios con la desventaja para sus afligidos hermanos. Esto es considerado por Dios como el egoísmo y robo más criminales, y es un pecado con agravante, el cual seguramente Dios castigará. Dios nunca olvida. Dios no ve estas cosas con ojos humanos y con el juicio humano frío e insensible. El ve las cosas no desde el punto de vista mundanal, sino desde el punto de vista de la misericordia, la piedad y el infinito amor.—Ibid. 514, 515. MB 252.3

A menudo los ciegos son maltratados—A aquellos que osen tratar sin misericordia, Dios los tratará como ellos lo han hecho con los que les imploraron ayuda. He sido instruida de que a menudo los ciegos han sido tratados en forma despiadada. MB 253.1

La verdadera simpatía entre un hombre y sus semejantes debe ser el signo distintivo de aquellos que aman y temen a Dios a diferencia de los que no tienen en cuenta su ley.—Manuscrito 117, 1903. MB 253.2

Cumplid con vuestra responsabilidad hacia los infortunados—Es extraño que hombres que profesan ser cristianos descuiden el plan, positivamente enseñado en la Palabra de Dios y que no sientan ningún cargo de conciencia. Dios puso sobre ellos la responsabilidad de velar por los desventurados, los ciegos, los lisiados, las viudas y los huérfanos; pero muchos no hacen esfuerzos para cumplirla. Para salvar a los tales, Dios muchas veces los pone bajo la vara de la aflicción y los coloca en posición similar a la que ocupaban las personas que tenían necesidad de su ayuda y simpatía que no recibieron de sus manos.—Testimonies for the Church 3:517. MB 253.3