El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 29—El cuidado de los ancianos

Atendidos con respeto y ternura—Se hace constantemente hincapié en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas ancianos que no tienen hogares. ¿Qué puede hacerse por ellos? La luz que el Señor me ha dado ha sido repetida: No es lo mejor establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que puedan estar juntos en compañía. Tampoco se los debe despedir de la casa para que sean atendidos en otra parte. Que los miembros de cada familia atiendan a sus propios parientes. Cuando esto no es posible, la obra incumbe a la iglesia, y debe ser aceptada como un deber y privilegio. Todos los que tienen el espíritu de Cristo considerarán a los débiles y ancianos con respeto y ternura especiales.—Joyas de los Testimonios 2:509, 510. MB 248.1

Permanecer entre amigos y parientes—Los ancianos necesitan también sentir la benéfica influencia de la familia. En el hogar de hermanos y hermanas en Cristo es donde mejor puede mitigarse la pérdida de los suyos. Si se les anima a tomar parte en los intereses y ocupaciones de la casa, se les ayudará a sentir que aún conservan su utilidad. Hacedles sentir que se aprecia su ayuda, que aún les queda algo que hacer en cuanto a servir a los demás, y esto les alegrará el corazón e infundirá interés a su vida. MB 248.2

En cuanto sea posible, haced que permanezcan entre amigos y asociaciones familiares aquellos cuyas canas y pasos vacilantes muestran que van acercándose a la tumba. Unanse en los cultos con quienes han conocido y amado. Sean atendidos por manos amorosas y tiernas... MB 248.3

La presencia en nuestras casas de uno de estos desamparados es una preciosa oportunidad para cooperar con Cristo en su ministerio de gracia y para desarrollar rasgos de carácter como los suyos. Hay bendición en la asociación de ancianos y jóvenes. Estos últimos pueden llevar rayos de sol al corazón y la vida de los ancianos. Quienes van desprendiéndose de la vida necesitan del beneficio resultante del trato con la juventud llena de esperanza y ánimo. Los jóvenes también pueden obtener ayuda de la sabiduría y la experiencia de los ancianos. Más que nada necesitan aprender a servir con abnegación. La presencia de alguien que necesita simpatía, longanimidad y amor abnegado será de inestimable bendición para más de una familia. Suavizará y pulirá la vida del hogar, y sacará a relucir en viejos y jóvenes las gracias cristianas que los revestirán de divina belleza y los enriquecerán con tesoros imperecederos del cielo.—El Ministerio de Curación, 155, 156. MB 248.4

Los asilos no constituyen el mejor plan—Los hombres no deberían ocuparse en dar su tiempo y talentos en la obra de juntar ancianos y huérfanos en asilos para ser alimentados y vestidos. Esa no es la mejor manera de cuidar de estos casos. ... MB 249.1

Tampoco es lo mejor levantar edificios para ancianos y ancianas, en los cuales puedan estar juntos. Sean ellos atendidos en los lugares adecuados en que deben serlo. Cuiden los parientes de sus propios parientes pobres, y cuide la iglesia a sus propios miembros necesitados. Esa es la verdadera obra que Dios desea que la iglesia haga y sus miembros recibirán una bendición al realizarla.—Manuscrito 44, 1900. MB 249.2