El Ministerio de Curación

51/183

Las mejores cosas de la vida

Hombres y mujeres están apenas empezando a comprender el verdadero objeto de la vida. Les atrae el brillo y la apariencia. Ambicionan un puesto eminente en el mundo. Y a esto sacrifican los verdaderos fines de la vida. Las mejores cosas de la vida: la sencillez, la honradez, la veracidad, la pureza, la integridad, no pueden comprarse ni venderse. Tan gratuitas son para el ignorante como para el educado, para el humilde labriego como para el estadista cargado de honores. Para todos ha provisto Dios un deleite de que pueden gozar igualmente ricos y pobres: el deparado por el cultivo de la pureza de pensamiento y el trabajo abnegado, el deleite que se experimenta al pronunciar palabras de simpatía y al realizar actos de bondad. Quienes prestan semejante servicio irradian la luz de Cristo, para iluminar vidas entenebrecidas por muchas sombras. MC 150.3

Al asistir a los pobres en cosas temporales, tened siempre presentes sus necesidades espirituales. Atestigüe vuestra vida el poder custodio del Salvador. Revele vuestro carácter el alto nivel que todos pueden alcanzar. Enseñad el Evangelio en sencillas lecciones objetivas. Sea todo lo que hagáis una lección acerca de como se forma el carácter. MC 151.1

En el humilde círculo del trabajo, los muy débiles, los más obscuros, pueden obrar con Dios y tener el consuelo de su presencia y su gracia sustentadora. No han de agobiarse por perplejidades y cuidados inútiles. Trabajen de día en día, llevando fielmente a cabo la tarea que la providencia de Dios les señala, y él cuidará de ellos, pues dice: MC 151.2

“Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo.” Filipenses 4:6, 7. MC 151.3

El cuidado del Señor se extiende a todas sus criaturas. El ama a todos y no hace acepción de personas, si bien mira con la más tierna compasión a los que llevan las cargas más pesadas de la vida. Los hijos de Dios han de soportar pruebas y dificultades. Pero deben aceptar su suerte con espíritu animoso, teniendo presente que por todo aquello que el mundo les niega, Dios los resarcirá colmándolos de sus más preciosos favores. Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, Dios manifiesta su poder y sabiduría en respuesta a la humilde oración. Confiad en él, porque oye y atiende las oraciones. Se manifestará a vosotros como Aquel que puede asistir en cualquier emergencia. El que creó al hombre y le dió sus maravillosas facultades físicas, mentales y espirituales, no le negará lo necesario para sostener la vida que le dió. El que nos dió su Palabra, hojas del árbol de la vida, no nos negará el conocimiento que necesitamos para alimentar a sus hijos menesterosos. MC 151.4

¿Cómo puede obtener sabiduría el que dirige el arado y conduce los bueyes? Buscándola como plata y como tesoro escondido. “Porque su Dios le instruye, y le enseña a juicio.” “También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría.” Isaías 28:26, 29. MC 152.1

El que enseñó a Adán y Eva en el Edén a cuidar del huerto desea instruir hoy a los hombres. Hay sabiduría para quien maneja el arado y siembra la semilla. Dios abrirá caminos a los que confían en él y le obedecen. Sigan adelante con valor, confiando en Aquel que les satisface las necesidades conforme a la riqueza de su bondad. MC 152.2

El que dió de comer a la muchedumbre con cinco panes y dos pececillos puede darnos hoy el fruto de nuestro trabajo. El que dijo a los pescadores de Galilea: “Echad vuestras redes para pescar,” y que, al obedecer ellos, las llenó hasta que se rompían, desea que su pueblo vea en ello una prueba de lo que él quiere hacer por ellos hoy. Aún vive y reina el Dios que dió a los hijos de Israel en el desierto el maná del cielo. El guiará a su pueblo, y le dará destreza y entendimiento para la obra que está llamado a realizar. Dará sabiduría a los que luchan por cumplir consciente e inteligentemente con su deber. El Dueño del mundo es rico en recursos, y bendecirá a todo aquel que procure beneficiar a los demás. MC 152.3

Necesitamos mirar al cielo con fe. No deberíamos desalentarnos por aparentes fracasos y dilaciones. Debemos trabajar animosos, llenos de esperanza, agradecidos, con la certidumbre de que la tierra encierra en su seno ricos tesoros para que los almacene el obrero fiel, reservas más preciosas que el oro o la plata. Los montes y collados se alteran; la tierra envejece como un vestido; pero nunca faltará la bendición de Dios, que adereza para su pueblo mesa en el desierto. MC 152.4