El Ministerio de Curación

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Esperanza y valor

Nada podemos hacer sin valor ni perseverancia. Decid palabras de esperanza y de ánimo a los pobres y a los desalentados. Si es necesario, dadles pruebas tangibles de vuestro interés, ayudándoles cuando pasan algún apuro. Quienes gozan de muchas ventajas deben tener presente que ellos mismos todavía yerran en muchas cosas, y les duele que se les señale sus propios yerros y se les presente un hermoso modelo de lo que debieran ser. Recordad que la bondad puede más que la censura. Al procurar enseñar a otros, hacedles ver que deseáis que alcancen el nivel más elevado y queréis ayudarles. Si en algo tropiezan, no os apresuréis a condenarlos. MC 148.3

Las lecciones esenciales de sencillez, desprendimiento y economía que los pobres deben aprender, les resultan a veces difíciles y enojosas. El ejemplo y espíritu del mundo despiertan y fomentan continuamente el orgullo, el amor de la ostentación, la sensualidad, la prodigalidad y la pereza. Estos males llevan a miles a la miseria, e impiden a otros miles que salgan de la degradación y la desdicha. Tócales a los cristianos alentar a los pobres a resistir estas influencias. MC 149.1

Jesús vino a este mundo en humildad. Era de familia pobre. La Majestad de los cielos, el Rey de gloria, el Jefe de las huestes angélicas, se rebajó hasta aceptar la humanidad y escogió una vida de pobreza y humillación. No tuvo oportunidades que no tengan los pobres. El trabajo rudo, las penurias y privaciones eran parte de su suerte diaria. “Las zorras tienen cuevas—decía,—y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza.” Lucas 9:58. MC 149.2