El Ministerio de Curación

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El divino consejero

Cuando están afligidos, muchos piensan que deben dirigirse a algún amigo terrenal, para contarle sus perplejidades y pedirle ayuda. En circunstancias difíciles, la incredulidad llena sus corazones y el camino les parece obscuro. Sin embargo, está siempre a su lado el poderoso Consejero de todos los siglos, invitándoles a depositar en él su confianza. Jesús, el gran Ayudador les dice: “Venid a mí, que yo os haré descansar.” ¿Nos apartaremos de él para seguir en pos de falibles seres humanos que dependen de Dios tanto como nosotros mismos? MC 410.2

Tal vez echáis de ver las deficiencias de vuestro carácter y la escasez de vuestra capacidad frente a la magnitud de la obra. Pero aunque tuvierais la mayor inteligencia dada al hombre, no bastaría para vuestro trabajo. “Sin mí nada podéis hacer” (Juan 15:5), dice nuestro Señor y Salvador. El resultado de todo lo que hacemos está en manos de Dios. Suceda lo que suceda, aferraos a él, con firme y perseverante confianza. MC 410.3

En vuestros negocios, en las amistades que cultivéis durante vuestros ratos de ocio, y en los vínculos que duren toda la vida, iniciad todas vuestras relaciones tras seria y humilde oración. Así probaréis que honráis a Dios, y Dios os honrará. Orad cuando os sintáis desfallecer. Cuando estéis desalentados, permaneced mudos ante los hombres; no echéis sombra sobre la senda de los demás; mas decídselo todo a Jesús. Alzad vuestras manos en demanda de auxilio. En vuestra flaqueza, asíos de la fuerza infinita. Pedid humildad, sabiduría, valor, y aumento de fe, para que veáis la luz de Dios y os regocijéis en su amor. MC 410.4