El Ministerio de Curación

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Un fundamento amplio

Desea que crezcamos continuamente en santidad, en felicidad y en utilidad. Todos tienen habilidades que deben aprender a considerar como sagradas dotes, a apreciarlas como dones del Señor y a emplearlas debidamente. Desea que la juventud desarrolle todas sus facultades, y que las ponga en ejercicio activo. Desea que los jóvenes gocen de todo lo útil y valioso en esta vida; que sean buenos y hagan el bien, acumulando un tesoro celestial para la vida futura. MC 309.5

Debería ser su anhelo sobresalir en todo lo noble, elevado y generoso. Para ello consideren a Cristo como el modelo según el cual deben formarse. La santa ambición que Cristo manifestó en su vida debe moverlos a ellos también, es a saber, la de dejar mejor el mundo por haber vivido en él. Esta es la obra a la cual han sido llamados. MC 309.6

La más alta de todas las ciencias es la de salvar almas. La mayor obra a la cual pueden aspirar los seres humanos es la de convertir en santos a los pecadores. Para realizar esa obra, hay que echar amplios cimientos, y al efecto se necesita una educación comprensiva, que requiera de los padres y maestros pensamientos y esfuerzos superiores a los que requiere la mera instrucción científica. Se necesita algo más que cultura intelectual. La educación no es completa a menos que el cuerpo, la mente y el corazón se desarrollen armoniosamente. El carácter ha de recibir disciplina adecuada para su desarrollo más perfecto. Todas las facultades físicas y mentales deben educarse y desarrollarse debidamente. Es deber nuestro cultivar y poner en ejercicio toda facultad que haga de nosotros obreros más eficaces de Dios. MC 310.1

La verdadera educación incluye el ser entero. Nos enseña el uso correcto de nuestro ser. Nos habilita para hacer el mejor uso del cerebro, de los huesos y de los músculos; del cuerpo, de la inteligencia y del corazón. Las facultades de la mente, por ser las superiores, deben gobernar el reino del cuerpo. Los apetitos y las pasiones naturales deben someterse al dominio de la conciencia y de los afectos espirituales. Cristo está a la cabeza de la humanidad, y es su propósito guiarnos en su servicio, por las altas y santas sendas de la pureza. Por la maravillosa operación de su gracia, hemos de llegar a ser perfectos en él. MC 310.2

Jesús recibió su educación en el hogar. Su madre fué su primer maestro humano. De los labios de ella, y de los escritos de los profetas, aprendió las cosas del cielo. Vivió en un hogar de aldeanos y con fidelidad y buen ánimo llevó su parte de las cargas de la casa. El que había sido el comandante del cielo, consintió en ser un siervo voluntario, un hijo amante y obediente. Aprendió un oficio, y con sus propias manos trabajó en la carpintería con José. Vestido como trabajador común, recorría las calles de la aldea, al ir a su humilde trabajo y al volver de él. MC 310.3

La gente de aquel tiempo estimaba las cosas por su apariencia. La religión había ganado en pompa cuanto perdiera en poder. Los educadores de entonces procuraban imponer respeto por medio del lujo y la ostentación. La conducta de Jesús presentaba señalado contraste con todo ello. Demostraba la inutilidad de las cosas que los hombres consideraban como las más importantes de la vida. Jesús no frecuentó las escuelas de aquel tiempo, que solían exagerar las cosas pequeñas y empequeñecer las grandes. Se educó en las fuentes designadas por el Cielo, en el trabajo útil, en el estudio de las Escrituras, en la naturaleza y en las experiencias de la vida, en los libros de texto de Dios, llenos de enseñanza para todo aquel que recurre a ellos con manos voluntarias, ojos abiertos y corazón dispuesto a entender. MC 311.1

“Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.” Lucas 2:40. MC 311.2

Así preparado, Cristo emprendió su misión, ejerciendo en los hombres, siempre que se relacionaba con ellos, una influencia bendita, un poder transformador, tales como el mundo no había visto jamás. MC 311.3