Ser Semejante a Jesús

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Julio

Nuevo estilo de vida a través de Jesús, 1 de julio

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20. SSJ 189.1

El yo debe morir si vamos a ser considerados como seguidores de Cristo. El apóstol dice: “Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios... Ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios”. Colosenses 3:1, 3. “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” 2 Corintios 5:17 (NVI). SSJ 189.2

Cuando los hombres y las mujeres se convierten a Dios, se crea un nuevo gusto moral, y aman las cosas que Dios ama; porque su vida está unida por la cadena dorada de las promesas inmutables a la vida de Jesús. Su corazón se extiende hacia Dios. Su oración es: “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley”. En la norma inmutable ven el carácter del Redentor, y saben que aunque han pecado, no van a ser salvados en sus pecados, sino de sus pecados, porque Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Es por medio de la sangre de Cristo como se acercan a Dios. SSJ 189.3

Al contemplar la justicia de Cristo en los preceptos divinos, exclaman: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7. Como pecadores son perdonados de sus transgresiones por medio de los méritos de Cristo, mientras son revestidos con la justicia de Cristo por medio de la fe en él, y declaran con el salmista: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”. “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado” Salmos 119:103; 19:10. Esto es conversión. Cuando el Espíritu de Dios controla la mente y el corazón, hace volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos. Entonces la ley de Jehová será considerada como un trasunto del carácter divino, y un cántico nuevo brota de un corazón que ha sido tocado por la gracia divina, porque comprende que la promesa de Dios ha sido cumplida en su experiencia, que sus transgresiones han sido perdonadas y sus pecados cubiertos. Han ejercido arrepentimiento hacia Dios, por causa de la violación de su ley, y fe en nuestro Señor Jesucristo, quien murió por su justificación.—The Review and Herald, 21 de junio de 1892. SSJ 189.4