Reflejemos a Jesús

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Los cristianos han de ser transparentes como la luz del sol, 26 de febrero

Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Mateo 5:34-36. RJ 63.1

Todo lo que poseemos nos llega con el sello de la cruz, y ha sido comprado con la sangre que es más preciosa que cuanto puede imaginarse, porque es la vida de Dios. De ahí que no tengamos derecho de empeñar cosa alguna en juramento, como si fuera nuestra, para garantizar el cumplimiento de nuestra palabra... RJ 63.2

Pero el Salvador no prohibió el juramento judicial o legal en el cual se pide solemnemente a Dios que sea testigo de que cuanto se dice es la verdad, y nada más que la verdad. El mismo Jesús, durante su juicio ante el Sanedrín, no se negó a dar testimonio bajo juramento. Dijo el sumo sacerdote: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios”. Contestó Jesús: “Tú lo has dicho”Mateo 26:63, 64. RJ 63.3

Si hay alguien que puede declarar en forma consecuente bajo juramento, es el cristiano. Vive continuamente como en la presencia de Dios, seguro de que todo pensamiento es visible a los ojos de Aquel con quien tenemos que ver; y cuando ello le es requerido legalmente, le es lícito pedir que Dios sea testigo de que lo que dice es la verdad, y nada más que la verdad... RJ 63.4

Todo cuanto hacen los cristianos debe ser transparente como la luz del sol. La verdad es de Dios; el engaño, en cada una de sus muchas formas, es de Satanás... Pero no es fácil ni sencillo decir la verdad exacta. No podemos decirla a menos que la sepamos; y ¡cuántas veces las opiniones preconcebidas, el prejuicio mental, el conocimiento imperfecto, los errores de juicio impiden que tengamos una comprensión correcta de los asuntos que nos atañen! No podemos hablar la verdad a menos que nuestra mente esté bajo la dirección constante de Aquel que es verdad. RJ 63.5

Por medio del apóstol Pablo, Cristo nos ruega: “Sea vuestra palabra siempre con gracia”. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Colosenses 4:6; Efesios 4:29. A la luz de estos pasajes vemos que las palabras pronunciadas por Cristo en el monte condenan la burla, la frivolidad y la conversación impúdica. Exigen que nuestras palabras sean no solamente verdaderas sino también puras. RJ 63.6

Quienes hayan aprendido de Cristo no tendrán participación en “las obras infructuosas de las tinieblas”. Efesios 5:11. En su manera de hablar, tanto como en su vida, serán sencillos, sinceros y veraces porque se preparan para la comunión con los santos en cuyas “bocas no fue hallada mentira”. Apocalipsis 14:5.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 58-61. RJ 63.7