Reflejemos a Jesús

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Diciembre

Dios nos guía por medio de la prueba hacia la perfecta confianza, 1 de diciembre

Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Malaquías 3:3. RJ 341.1

Es difícil para la naturaleza humana soportar el proceso refinador; pero sólo mediante su aplicación se purgará toda la escoria del carácter. En el horno de la prueba somos purificados de la escoria que nos impide reflejar la imagen de Cristo. Dios evalúa cada prueba; El vigila el horno de fuego que prueba a cada alma. RJ 341.2

Mediante la prueba Dios conduce a sus hijos hacia la perfecta confianza. “En el mundo tendréis aflicción”, dice Cristo, “pero en mí tendréis paz”. Es sólo a través de muchas tribulaciones que entraremos en el reino de Dios... RJ 341.3

Sin cruz no hay corona. ¿Cómo podremos ser fuertes en el Señor sin ser probados? Para tener fortaleza física, debemos ejercitarnos, del mismo modo que para tener una fe vigorosa debemos ser colocados en circunstancias en las que nuestra fe pueda ser probada. Cada tentación resistida, cada prueba valerosamente soportada, nos da una nueva experiencia y nos hace progresar en la obra de la edificación del carácter. Nuestro Salvador fue probado en todas las áreas, pero El siempre triunfó en Dios. Es nuestro privilegio ser fuertes en el poder de Dios en medio de todas las pruebas y gloriarnos en la cruz de Cristo. RJ 341.4

Por medio de la aflicción Dios nos revela las manchas que afean nuestros caracteres, y también nos dice que sólo por su gracia podemos triunfar sobre nuestras faltas. Se abren ante nosotros etapas desconocidas, y comienza la prueba que determinará si aceptamos o no la reprensión y el consejo divinos. No debemos impacientarnos y lamentarnos cuando sobrevenga la prueba. Tampoco debemos rebelamos ni soltarnos de la mano de Cristo, sino que debemos humillar el alma delante de Dios. RJ 341.5

Para el que desea ver las cosas a la luz de lo que lo complace, los caminos del Señor son oscuros. Para nuestra naturaleza humana la senda divina resulta sombría y triste. Pero los caminos de Dios son caminos de misericordia, y su fin es la salvación. RJ 341.6

Elías no sabía lo que hacía cuando pidió morir en el desierto. El Señor misericordiosamente no hizo caso a su pedido. Aún había delante de Elías una gran obra por hacer; y cuando hubiera realizado la tarea, no habría de perecer desanimado y solo en el desierto. No estaba reservado para él descender al polvo de la tierra, sino ascender a la gloria, acompañado por un cortejo de carrozas celestiales que marchaban hacia el trono en los cielos... RJ 341.7

“Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga... Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere, y sus manos curan”. Job 5:17, 18. Jesús viene con su ministerio de sanidad para atender a todo aquel que está abatido. La vida de aflicción, de dolor y de sufrimiento puede ser iluminada por la preciosa manifestación de su presencia.—The Signs of the Times, 5 de febrero de 1902. RJ 341.8