Reflejemos a Jesús

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Las maravillas del cuerpo humano, 15 de mayo

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7. RJ 141.1

Somos hechura de Dios y su Palabra declara que somos “asombrosa y maravillosamente” formados. Ha preparado esta habitación viviente para la mente; la ha “entretejido maestramente” (Salmos 139:14, 15) como un templo que el Señor mismo ha preparado para la morada de su Espíritu Santo. La mente rige a todo el hombre. Todos nuestros hechos, buenos o malos, tienen su origen en la mente. Es ella la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin adquirir inteligencia en cuanto al estuche [el cuerpo humano] que contiene este tesoro.—Conducción del Niño, 338. RJ 141.2

Todos los órganos del cuerpo son siervos de la mente, y los nervios son los mensajeros que transmiten sus órdenes a cada parte del cuerpo, guiando los movimientos de la maquinaria viviente. El ejercicio es una ayuda importante para el desarrollo físico. Aviva la circulación de la sangre y tonifica el sistema. Si se deja que los músculos permanezcan sin uso, pronto será evidente que la sangre no los nutre suficientemente. En vez de aumentar en tamaño y fuerza, perderán su firmeza y elasticidad, y se volverán flojos y débiles. La inactividad no es la ley que el Señor ha establecido en el cuerpo humano. Es necesaria la acción armoniosa de todas las partes -cerebro, huesos y músculos- para lograr el desarrollo pleno y saludable de todo el organismo humano... RJ 141.3

Los apetitos y las pasiones deben ser controlados, para que no se debilite o contamine por medio de ellos el templo humano de Dios. RJ 141.4

Todo lo que disminuye la fortaleza física debilita la mente y hace menos clara la discriminación entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo erróneo. Este principio se ilustra con el caso de Nadab y Abiú. Dios les encargó que desempeñaran una tarea de lo más sagrada, permitiéndoles que en su servicio escogido se acercaran a El; pero tenían el hábito de beber vino, y acudieron al servicio sagrado en el santuario con mentes confusas. RJ 141.5

Allí estaba el fuego sagrado, que era encendido por Dios mismo; pero ellos, cuando ofrecieron incienso para que ascendiera como una dulce fragancia con las oraciones del pueblo de Dios, usaron fuego común en sus incensarios. Por causa de que sus mentes estaban nubladas por una lenidad profana, hicieron caso omiso del requerimiento divino, “y salió fuego de delante de Jehová y los quemó”. Levítico 10:2. RJ 141.6

Es el deber de cada alumno, de cada individuo, hacer todo lo que esté a su alcance para presentar su cuerpo a Cristo como un templo limpio, físicamente perfecto y moralmente libre de contaminación: una morada apropiada para la presencia de Dios.—Fundamentals of Christian Education, 426-428. RJ 141.7