La Edificación del Carácter

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Tristeza producida por errores ponzoñosos

Juan vivió para ver el Evangelio de Cristo predicarse lejos y cerca, y a miles aceptando ávidamente sus enseñanzas. Pero se vio lleno de tristeza al percibir errores ponzoñosos que se introducían en la iglesia. Algunos que aceptaban a Cristo pretendían que su amor los libraba de la obediencia a la ley de Dios. Por otra parte, muchos enseñaban que debía observarse la letra de la ley, y también todas las costumbres y ceremonias judaicas, y que esto era suficiente para la salvación, sin la sangre de Cristo. Sostenían que Cristo era un buen hombre, como los apóstoles, pero negaban su divinidad. Juan vio los peligros a que estaría expuesta la iglesia, si recibía esas ideas, y les hizo frente con rapidez y decisión. Escribió a uno de los más honorables colaboradores en el Evangelio, una mujer de buena reputación y extensa influencia, lo siguiente: ECFP 61.3

“Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”. 2 Juan 7-11. ECFP 62.1

Juan no había de proseguir su labor sin grandes inconvenientes. Satanás no estaba ocioso. Instigaba a hombres malos a acortar la vida útil de este hombre de Dios; pero los ángeles lo protegían de sus asaltos. Juan había de permanecer como un fiel testigo de Cristo. La iglesia en su peligro necesitaba su testimonio. ECFP 62.2

Valiéndose de interpretaciones erróneas y falsedades los emisarios de Satanás habían tratado de suscitar la oposición contra Juan, y contra la doctrina de Cristo. En consecuencia, disensiones y herejías estaban haciendo peligrar la iglesia. Juan hizo frente a estos errores con firmeza. Interrumpió el camino de los adversarios de la verdad. Escribió y exhortó en el sentido de que los dirigentes de estas herejías no debían recibir el menor estímulo. Hoy en día existen peligros similares a aquellos que amenazaron la prosperidad de la iglesia primitiva, y las enseñanzas de los apóstoles sobre estos puntos deben ser claramente escuchadas. “Debes tener caridad”, es el clamor que debe oírse por doquiera, especialmente por parte de aquellos que profesan santificación. Pero la caridad es demasiado pobre para cubrir el pecado inconfeso. Las enseñanzas de Juan son importantes para aquellos que viven en medio de los peligros de los últimos días. El había estado íntimamente asociado con Cristo, había escuchado sus enseñanzas, y había presenciado sus poderosos milagros. Presentaba un convincente testimonio, que hacía que las falsedades de sus enemigos no tuvieran ningún efecto. ECFP 62.3