La Edificación del Carácter

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Capítulo 8—La vida de un gran héroe de Dios

El apostol San Juan pasó sus primeros años en compañía de los incultos pescadores de Galilea. No gozaba de la educación que proporcionaban los colegios; pero por medio de su asociación con Cristo, el gran Maestro, obtuvo la más alta educación que el hombre mortal puede recibir. Bebía ávidamente de la fuente de sabiduría, y luego trataba de guiar a otros a esa “fuente de agua” que salta “para vida eterna”. Juan 4:14. La sencillez de sus palabras, el sublime poder de las verdades que pronunciaba, y el fervor espiritual que caracterizaba sus enseñanzas, le dieron acceso a todas las clases sociales. Sin embargo, aun los creyentes eran incapaces de comprender plenamente los sagrados misterios de la verdad divina expuestos en sus discursos. El parecía estar constantemente imbuido del Espíritu Santo. Trataba de conseguir que los pensamientos de la gente captaran lo invisible. La sabiduría con la cual hablaba, hacía que sus palabras destilasen como el rocío, enterneciendo y subyugando el alma. ECFP 59.1

Después de la ascensión de Cristo, Juan se destaca como un trabajador ardiente y fiel por el Maestro. Juntamente con otros gozó del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés, y con celo y poder renovados continuó hablando a la gente las palabras de vida. Fue amenazado con prisión y muerte, pero no se intimidó. ECFP 59.2

Multitudes de todas clases acuden a escuchar la predicación de los apóstoles, y son sanadas de sus enfermedades en el nombre de Jesús, el nombre tan odiado entre los judíos. Los sacerdotes y los gobernantes son frenéticos en su oposición, al ver que los enfermos son sanados, y Jesús es exaltado como el Príncipe de vida. Temían que pronto el mundo entero creyera en él, y que entonces ellos fueran acusados de asesinar al poderoso Sanador. Pero cuanto mayores son sus esfuerzos por detener esta excitación, más personas creen en él, y se vuelven a él y se apartan de las enseñanzas de los escribas y fariseos. Están llenos de indignación, y echando mano de Pedro y Juan, los echan en la prisión común. Pero el ángel del Señor, de noche, abre las puertas de la cárcel, los saca fuera, y dice: “Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”. Hechos 5:20. ECFP 60.1

Con fidelidad y fervor, Juan dio testimonio por su Señor en toda ocasión apropiada. El vio que los tiempos estaban llenos de peligro para la iglesia. Existían por doquiera engaños satánicos. Las mentes del pueblo vagaban por los laberintos del escepticismo y las doctrinas engañosas. Algunos que pretendían ser leales a la causa de Dios, eran engañadores. Negaban a Cristo y su Evangelio, e introducían herejías perjudiciales y vivían transgrediendo la ley divina. ECFP 60.2