En los Lugares Celestiales

68/367

Oración ferviente, 7 de marzo

Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Salmos 62:8. ELC 75.1

La oración es el acto de abrir el corazón a Dios como a un amigo. El ojo de la fe ve a Dios muy de cerca y el suplicante puede obtener preciosa evidencia del amor divino y el cuidado hacia él. Pero, ¿por qué tantas oraciones no son jamás contestadas? ... El Señor nos da la promesa: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Jeremías 29:13. Habla también de algunos que “no clamaron a mí con su corazón”. Oseas 7:14. Tales peticiones son oraciones en la forma, de labios afuera, que el Señor no acepta... ELC 75.2

Se necesita la oración—oración diligentísima, ferventísima, agonizante—una oración como la que ofreció David cuando exclamó: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. “Yo he anhelado tus mandamientos”. “He deseado tu salvación”. “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”. “Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo”. Salmos 42:1; 119:40, 174; 84:2; 119:20. Este es el espíritu de la oración de lucha, como lo tenía el salmista real... ELC 75.3

Se dice de Cristo: “Y estando en agonía, oraba más intensamente”. Lucas 22:44. En qué contraste con esta intercesión de la Majestad del cielo están las débiles, tímidas oraciones que son ofrecidas a Dios. Muchos se conforman con un servicio nominal, y solamente unos pocos tienen un sincero, ferviente y afectuoso anhelo de Dios.—Testimonies for the Church 4:533-535. ELC 75.4

Vuestras oraciones pueden elevarse con una importunidad que no admita rechazo. Esto es fe.—Manuscrito 8, 1892. ELC 75.5