En los Lugares Celestiales

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¿A quién acepta Dios? 2 de marzo

Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. Isaías 66:2. ELC 70.1

Los que buscan la aprobación y la gloria del mundo cometen un lamentable error. El que se niegue a sí mismo, dando la preferencia a otros, será quien se siente más cerca de Cristo en su trono. El que lee el corazón ve el verdadero mérito que poseen sus humildes y abnegados discípulos, y los pone en posiciones destacadas porque son dignos, aunque ellos no se den cuenta de ello ni busquen honores... ELC 70.2

Dios no asigna ningún valor a la apariencia exterior o a la jactancia. Muchos que en esta vida son considerados superiores a otros verán un día que Dios avalúa a los hombres de acuerdo con la compasión y abnegación que tienen... Los que siguen el ejemplo del que anduvo haciendo bienes, los que ayudan y bendicen a sus prójimos, tratando siempre de aliviarlos, están a la vista de Dios infinitamente más altos que los egoístas que se exaltan a sí mismos. ELC 70.3

Dios no acepta a los hombres debido a sus capacidades, sino porque éstos buscan su rostro, deseosos de su ayuda. Dios no ve como ve el hombre. No juzga según las apariencias. Investiga el corazón y juzga rectamente. “Pero miraré”, declara, “a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. El acepta y comulga con sus seguidores humildes y modestos; porque en ellos ve el material más precioso que resistirá la prueba de la tormenta y de la tempestad, del calor y de la presión. ELC 70.4

Nuestro objeto al trabajar por el Maestro debería ser que su nombre sea glorificado en la conversión de los pecadores. Los que trabajan para ganar aplausos no son aprobados por Dios... ELC 70.5

Los obreros humildes, que no confían en sus grandes dones pero que trabajan con sencillez, confiando siempre en Dios, compartirán el gozo del Salvador.—The Review and Herald, 4 de julio de 1907. ELC 70.6