En los Lugares Celestiales

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Noviembre

Nuestra misión en el mundo, 1 de noviembre

Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Juan 17:18. ELC 314.1

La separación del mundo, en obediencia a la orden divina, ¿nos inhabilitará para la obra que el Señor nos ha dejado? ¿Nos impedirá hacer el bien a los que nos rodean? No. Cuanto más firme sea nuestro asidero en el cielo, tanto mayor será nuestro poder para ser útiles. Debemos estudiar el Modelo, para que el espíritu que habitó en Cristo pueda morar en nosotros. Al Salvador no se lo halló entre los eminentes y honorables del mundo. No empleó su tiempo entre los que buscaban su propia comodidad y deleite. Trabajó para ayudar a los que necesitaban ayuda, para salvar a los perdidos y a los que perecían, para levantar a los caídos, para romper el yugo de opresión de los que estaban en cautiverio, para sanar a los afligidos y hablar palabras de simpatía y consolación a los angustiados y tristes. Se nos pide que sigamos este ejemplo. Cuanto más participemos del espíritu de Cristo, tanto más buscaremos hacer por nuestros semejantes. Bendeciremos al necesitado y confortaremos al afligido. Llenos de amor por las almas que perecen, nos deleitaremos en seguir las pisadas de la Majestad de los cielos.—The Review and Herald, 2 de enero de 1900. ELC 314.2

¡Cuán grande es la responsabilidad depositada sobre los discípulos de Cristo! ¡Cuán imperativo el deber de reflejar la luz del Cielo sobre un mundo envuelto en tinieblas! Cuanto más cerrada sea la oscuridad circundante, tanto más potente debiera ser la luz de la fe y el ejemplo cristianos.—The Review and Herald, 23 de octubre de 1888. ELC 314.3