En los Lugares Celestiales

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En la hora del dolor, 22 de septiembre

Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres. Lamentaciones 3:32, 33. ELC 274.1

* Este mundo es el escenario de nuestras pruebas, nuestros dolores, nuestros pesares. Estamos aquí para soportar la prueba de Dios. El fuego del horno debe avivarse hasta que nuestra escoria sea consumida y salgamos como oro purificado en el horno de la aflicción... Saldrá luz de estas tinieblas que a veces a Ud. le parecen incomprensibles. “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Job 1:21. Sea éste el lenguaje de su corazón. La nube de misericordia se cierne sobre su cabeza aun en la hora más oscura. Los beneficios de Dios para nosotros son tan numerosos como las gotas de lluvia que caen de las nubes a la tierra reseca para regarla y refrescarla. La misericordia de Dios está sobre Ud. ELC 274.2

María, querida y preciosa niña, descansa. Ella fue la compañera de sus dolores y frustradas esperanzas. No tendrá más aflicción o necesidad o angustia. Mediante el ojo de la fe, Ud. puede anticipar, en medio de sus dolores y angustias y perplejidades, que su María con su madre y otros miembros de su familia responderán al llamamiento del Dador de la vida y saldrán de su cárcel triunfando sobre la muerte y la tumba. Su fe puede ver a los amados que una vez perdió reunidos entre los redimidos de la tierra. Ud., antes de mucho, si es fiel, estará caminando con ellos por las calles de la Nueva Jerusalén, cantando el cántico de Moisés y del Cordero, llevando la enjoyada corona... ELC 274.3

Si pudieran ser abiertos sus ojos, vería a su Padre celestial inclinado sobre Ud. con amor, y si pudiera escuchar su voz, sería en tonos de compasión hacia Ud. que está postrado por el sufrimiento y la aflicción.—Carta 71, 1878. ELC 274.4