En los Lugares Celestiales

17/367

Un eficaz poder invisible, 16 de enero

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3:8. ELC 24.1

El Espíritu Santo contiende con cada hombre. Es la voz de Dios que habla al alma.—The Review and Herald, 27 de julio de 1897. ELC 24.2

Ningún razonamiento humano del hombre más erudito puede definir las operaciones del Espíritu Santo en la mente y el carácter humanos; sin embargo, se pueden ver sus efectos en la vida y las acciones... ELC 24.3

Aunque no podemos ver el Espíritu de Dios, sabemos que los hombres que han estado muertos en delitos y pecados quedan convencidos y convertidos bajo la operación del Espíritu. Los insensatos y extraviados se vuelven serios. El endurecido se arrepiente de sus pecados, y el incrédulo se vuelve creyente... ELC 24.4

Cuando vemos esos cambios en el carácter, podemos estar seguros de que el poder de Dios que convierte ha transformado al ser entero. No vimos al Espíritu Santo pero sí vimos las evidencias de su obra en los caracteres cambiados de los que eran antes pecadores endurecidos y obstinados. Así como el viento se mueve fuertemente en los árboles elevados y los derriba, así el Espíritu Santo puede obrar en el corazón humano y ningún ser humano finito puede circunscribir la obra de Dios... ELC 24.5

No podéis ver el instrumento que obra, pero sí podéis ver sus efectos.—The Review and Herald, 5 de mayo de 1896. ELC 24.6

Los que no sólo oyen sino que hacen las palabras de Cristo ponen de manifiesto en el carácter la operación del Espíritu Santo. El resultado de la obra interna del Espíritu Santo se demuestra en la conducta externa. La vida del cristiano se oculta con Cristo en Dios, y Dios reconoce a los que son suyos declarando: “Vosotros sois mis testigos”. Ellos testifican que el poder divino está influyendo en su corazón y dando forma a su conducta. Sus obras dan evidencia de que el Espíritu está actuando en el hombre interior; los que se relacionan con ellos están convencidos de que tienen a Cristo como su modelo.—The Review and Herald, 12 de mayo de 1898. ELC 24.7