En los Lugares Celestiales

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Crucificando la carne, 10 de julio

Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:24. ELC 200.1

No somos nuestros. Hemos sido “comprados por precio” (1 Corintios 6:20), “no con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19); “para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. 2 Corintios 5:15. ELC 200.2

Todos los hombres han sido comprados por este precio infinito. Al derramar todos los tesoros del cielo en este mundo, al darnos en Cristo todo el cielo, Dios ha comprado la voluntad, los afectos, la mente, el alma de cada ser humano. Todos los hombres pertenecen a Dios, ya sean creyentes o incrédulos.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 305, 306. ELC 200.3

La expresión “comprados por precio” significa todo para nosotros. En consideración por el precio pagado por nosotros, ¿no rendiremos nuestros cuerpos y almas a Aquel que nos compró con su sangre? ¿No conservaremos aquello que él redimió en la condición más íntegra, más pura y más santa que sea posible? Cristo nos redimió; salvó nuestra propia carne a un costo infinito dando su propia carne por la vida del mundo. ELC 200.4

Las bajas pasiones tienen su asiento en el cuerpo y obran por medio de él. Las palabras “carne”, “carnal” o “pasiones carnales” abarcan la naturaleza baja y corrompida; la carne de por sí no puede actuar en contra de la voluntad de Dios. Se nos ordena crucificar la carne, con sus pasiones y deseos. ¿Cómo lo haremos? ¿Hemos de infligir dolores al cuerpo? No, sino dar muerte a la tentación del pecado.—Manuscrito 1, 1888. ELC 200.5

Jesús será el auxiliador de todos los que ponen su confianza en él. Los que están relacionados con Cristo tienen la felicidad a su disposición. Siguen la senda por la cual los guía su Salvador, crucificando por causa de él la carne, con sus afectos y concupiscencias. Han edificado sus esperanzas en Cristo, y las tormentas de la tierra son impotentes para apartarlos del seguro fundamento.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 173, 174. ELC 200.6