En los Lugares Celestiales

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Bendiciones ilimitadas, 31 de mayo

Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. Colosenses 1:10. ELC 160.1

Estudiemos la oración de Pablo por sus hermanos colosenses. “Por lo cual también nosotros”, escribió, “desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo”. ELC 160.2

¡Cuán completa es esta oración! No hay límites a las bendiciones que es nuestro privilegio recibir. Podemos estar “llenos del conocimiento de su voluntad”. El Espíritu Santo nunca le habría inspirado a Pablo a hacer esta oración en favor de sus hermanos si no hubiese sido posible para ellos recibir una respuesta de Dios de acuerdo con lo pedido... ELC 160.3

A la iglesia de Efeso escribió Pablo: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda la familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús”. Efesios 3:14-21. ELC 160.4

Aquí se presentan las posibilidades de la vida cristiana. ¡Cuán lejos de esta norma se encuentra la iglesia de hoy!—Carta 179, 1902. ELC 160.5