El Cristo Triunfante

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Debemos trabajar por el tiempo y la eternidad, 4 de abril

“Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas”. Éxodo 12:27. CT 103.1

Hay intereses eternos que están en juego en el caso de cada uno de nosotros. Hemos de ser probados y tentados. Muchos se comportan como si no existiera el diablo, ni hubiera un tentador, ni existiera un conflicto entre el bien y el mal. A menos que comprenda que hay algo contra lo cual debe luchar, corre el riesgo de resbalar. Alguien vendrá a nuestras iglesias con un mensaje y ustedes no discernirán la luz de la oscuridad; y hasta es posible que alguno se incline a aceptar la oscuridad como si fuera la luz. CT 103.2

“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Apocalipsis 3:3. CT 103.3

Muchos están manifestando una estrecha afinidad con el mundo. Muchos no han atendido a la luz que nos llamó a situar a nuestros hijos bajo las mejores influencias, donde puedan escuchar la verdad. Muchos no han atendido la instrucción del Señor de sacar a sus hijos de las escuelas públicas y de colocarlos en colegios donde aprendan las verdades de la Palabra de Dios, línea por línea; precepto por precepto. La instrucción que reciban debiera ser una preparación para la educación que habrán de proseguir en la institución educativa superior: el cielo. CT 103.4

Cuando los juicios de Dios estaban por caer sobre la tierra de Egipto, Cristo instruyó a Moisés para que los hijos de Israel convocaran a sus hijos a sus casas y los guardaran allí bajo el techo de cada hogar. Cualquiera que fuera encontrado en casa de los egipcios, no escaparía de las plagas. Mantengan a sus hijos cerca de ustedes y, hasta donde sea posible, aléjenlos del mundo y de las malas influencias. El Señor quiere que preparen a sus hijos para el futuro, para la vida eterna. A menos que seamos más cuidadosos, nuestros hijos absorberán el mismo espíritu de incredulidad que se reveló en los israelitas del pasado, razón por la que el Señor no los condujo a la tierra prometida. CT 103.5

Vistámonos la armadura de Dios y actuemos como el pueblo que aguarda que su Señor regrese en las nubes de los cielos. Cuando practiquen esto las almas se convertirán. Vuestros ministros no trabajarán infructuosamente, mes tras mes, sin lograr que nadie acepte la verdad. Estaremos dispuestos a salir a cazar y a pescar las almas. A veces se puede atrapar un pez, a veces no; pero hemos de perseverar en la obra de Dios, sabiendo que el Señor nos ha dado un mensaje para los incrédulos; un mensaje que se abrirá paso hacia muchos corazones.—Manuscrito 161, 1904. CT 103.6