El Cristo Triunfante

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No interrumpas tu comunión con Dios, 15 de marzo

“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”. Génesis 18:19. CT 83.1

Hay esperanza para cada uno de nosotros, pero únicamente vinculándonos con Cristo, y ejercitando toda energía para alcanzar la perfección de su carácter. La religión que hace del pecado un asunto liviano, espaciándose en el amor de Dios hacia el pecador sin tener en cuenta sus acciones, estimula al pecador a creer que Dios lo salvará mientras continúa en lo que sabe que es pecado. Esto es lo que están haciendo algunos que profesan creer la verdad presente. Mantienen la verdad apartada de la vida, y ésta es la razón por la cual no tiene poder para convencer y convertir el alma. Debe esforzarse todo nervio, intención y músculo para abandonar al mundo, sus costumbres, sus prácticas y sus modas... CT 83.2

La vida de muchos demuestra que no tienen una relación viva con Dios. Van a la deriva por el canal del mundo. No tienen, en realidad, parte ni suerte con Cristo. Aman las diversiones, y están llenos de ideas, planes, esperanzas y ambiciones egoístas. Sirven al enemigo pretendiendo seguir a Dios. Están sirviendo a un amo y prefieren esa servidumbre, haciéndose así esclavos voluntarios de Satanás... CT 83.3

¿Acaso no hay razones por las que el Espíritu de Dios no trabaja con su pueblo? La verdad se mantiene en el atrio exterior. La comunión con Dios se suprime para complacer las relaciones mundanales y amistades cuyos corazones están en permanente oposición a la verdad... CT 83.4

La bendición estaba con Abrahán porque cultivaba la religión en el hogar. El que bendijo la morada del justo, dijo: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí”. El no traicionará la verdad... CT 83.5

Si ustedes, padres, desean la bendición de Dios, hagan lo que hizo Abrahán: repriman la maldad y fomenten el bien. Puede ser más conveniente dar algunas órdenes en lugar de consultar las preferencias e inclinaciones de los hijos. Un afecto ciego no debe ser la regla de la casa. La indulgencia, que es una verdadera crueldad, no debe practicarse... Traigan a los hijos a la casa de Dios. ¡Oh, cuántas ideas falsas se conciben, que el establecimiento de límites es dañino, y que arruinan a miles! Satanás tomará posesión de ellos si no están en guardia. No fomenten la relación con los incrédulos, aléjenlos de ellos. Ustedes mismos salgan de en medio de ellos y demuéstrenles que están de parte del Señor.—Carta 53, 1887. CT 83.6