El Cristo Triunfante

356/367

Somos colaboradores de Dios, 20 de diciembre

“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. CT 363.1

Dios ha señalado apóstoles, pastores, evangelistas, y maestros, para la perfección de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguen a la unidad de la fe... CT 363.2

Nunca habrá un tiempo en la historia de la iglesia cuando el obrero de Dios pueda cruzarse de brazos y estarse cómodo, diciendo: “Todo es paz y seguridad”. Es entonces cuando sobreviene la repentina destrucción. Todas las cosas pueden estar avanzando en medio de una prosperidad aparente; pero Satanás está completamente despierto, y estudia y consulta con sus malos ángeles otra forma de ataque por la cual pueda tener éxito. El conflicto se hará más y más severo por parte de Satanás; porque él es movido por un poder de abajo. CT 363.3

A medida que la obra del pueblo de Dios avance con energía santificada e irresistible, implantando el estandarte de la justicia de Cristo en la iglesia, movida por un poder que procede del trono de Dios, el gran conflicto se irá haciendo cada vez más severo, y cada vez más determinado. La mente se opondrá a la mente, los planes a los planes, los principios de origen celestial a los principios de Satanás. La verdad en sus diferentes fases estará en conflicto con el error en sus formas siempre cambiantes y progresivas, las que, si posible fuera, engañarían a los mismos escogidos... CT 363.4

Existe ahora peligro de que los hombres pierdan de vista las importantes verdades aplicables a este período, y de que busquen cosas que sean nuevas, extrañas y fascinadoras. Muchos, cuando son reprobados por el Espíritu de Dios por medio de sus agentes señalados, rehúsan recibir la corrección, y una raíz de amargura se desarrolla en sus corazones contra los siervos de Dios que llevan pesadas y desagradables cargas. Hay hombres que enseñan la verdad, pero que no están perfeccionando sus caminos delante de Dios, y que tratan de esconder su deserción, y estimulan un enajenamiento de Dios. No tienen el valor moral para hacer las cosas que redundan en su especial beneficio. No ven necesidad de reformarse y así rechazan las palabras del Señor, y odian al que los reprueba. Esta misma negativa de prestar oídos a las amonestaciones que el Señor envía, da a Satanás todas las ventajas para hacer de ellos los peores enemigos de los que les han dicho la verdad... CT 363.5

Nuestra obra debe ser ferviente. No hemos de luchar como quien hiere al aire. El ministerio, el púlpito y la prensa demandan hombres como Caleb, que actúen y sean valientes, hombres que tengan agudeza para distinguir la verdad del error, cuyos oídos estén consagrados para escuchar las palabras del Vigilante fiel. Y el Espíritu del trono de Dios se hará sentir sobre el cristianismo degenerado, sobre el mundo corrompido, listo para ser consumido por los juicios largamente postergados de un Dios ofendido.—Manuscrito 92, 1897. CT 363.6