Dios nos Cuida

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Junto al árbol de la vida, 30 de junio

Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. Apocalipsis 5:9. DNC 190.1

¿Esperamos llegar al cielo al fin y unirnos al coro celestial? Como descendimos a la tumba así saldremos, en cuanto concierne al carácter... Ahora es el momento de lavar nuestras ropas y emblanquecerlas en la sangre del Cordero... DNC 190.2

Juan vio el trono de Dios rodeado de una compañía y preguntó: ¿Quiénes son éstos? La respuesta fue: “Son los que... han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Apocalipsis 7:14. Cristo los lleva a las fuentes de aguas vivas, y allí está el árbol de la vida y el precioso Salvador. Se nos presenta aquí una vida que se mide con la vida de Dios. Allí no hay dolor, pena, enfermedad o muerte. Todo es paz, armonía y amor... DNC 190.3

Ahora es el momento de recibir gracia, fortaleza y poder para combinarlos con nuestros esfuerzos humanos a fin de que podamos formar caracteres para la vida eterna. Cuando hagamos esto, descubriremos que los ángeles de Dios nos ministrarán, y seremos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Y cuando suene la última trompeta, y los muertos sean llamados de su prisión y transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, se colocarán las coronas de gloria inmortal sobre la cabeza de los vencedores. Las puertas perlinas se abrirán para dejar entrar a las naciones que han guardado la verdad. El conflicto ha terminado. DNC 190.4

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Mateo 25:34. ¿Deseamos esta bendición? Yo sí, y creo que vosotros también. Dios os ayude para librar las batallas de esta vida, ganar diariamente la victoria y al fin estar entre los que arrojarán sus coronas a los pies de Jesús, pulsarán las arpas de oro y llenarán el cielo con la música más dulce. Quiero que améis a mi Jesús. Dad a Jesús lo que él ha comprado con su propia sangre. No rechacéis a mi Salvador, porque él pagó un precio infinito por vosotros. Veo en Jesús encantos incomparables, y deseo que vosotros veáis estos encantos.* DNC 190.5