Cristo en Su Santuario

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Un nuevo estudio de las escrituras

Cuando hubo pasado el tiempo en que al principio se esperaba la venida del Señor -la primavera de 1844-, los que habían esperado con fe su aparición se vieron envueltos durante algún tiempo en la duda y la incertidumbre. Mientras el mundo los consideraba como habiendo sido completamente derrotados y así quedaba demostrado que habían estado acariciando un engaño, su fuente de consuelo siguió siendo la Palabra de Dios. Muchos continuaron escudriñando las Escrituras, examinando de nuevo las evidencias de su fe y estudiando detenidamente las profecías para obtener luz adicional. El testimonio de la Biblia en apoyo de su posición parecía claro y concluyente. Señales que no podían ser malinterpretadas señalaban como cercana la venida de Cristo. La bendición especial del Señor, manifestada tanto en la conversión de los pecadores como en el reavivamiento de la vida espiritual entre los cristianos, había demostrado que el mensaje provenía del Cielo. Y aunque los creyentes no podían explicar su chasco, se sentían seguros de que Dios los había dirigido en su experiencia pasada. CES 80.3

Entretejidas con las profecías que ellos habían aplicado al tiempo del segundo advenimiento estaban las instrucciones adaptadas especialmente para su estado de incertidumbre e indecisión, y que los animaban a esperar pacientemente en la fe de que lo que entonces parecía oscuro a su entendimiento, sería aclarado a su debido tiempo... CES 81.1

En el verano de 1844, a mediados de la época comprendida entre el tiempo en que se había supuesto primero que terminarían los 2.300 días y el otoño del mismo año, hasta donde después descubrieron que se extendían, el mensaje fue proclamado en los mismos términos de la Escritura: “¡Ahí viene el novio!” CES 81.2

Lo que condujo a este movimiento fue descubrir que el decreto de Artajerjes para restaurar Jerusalén, el cual formaba el punto de partida del período de los 2.300 días, empezó a regir en el otoño del 457 a.C. y no a principios del año, como se había creído antes. Contando desde el otoño del 457, los 2.300 años concluían en el otoño de 1844. CES 81.3