A Fin de Conocerle

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La voz de la naturaleza, 18 de mayo

Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Génesis 1:31, pp. AFC64 146.1

No es el designio de Dios que no nos recreemos en las cosas de su creación. ... Observa con gozo paternal el deleite de sus hijos en las bellas cosas que los rodean. AFC64 146.2

Mientras estuvo en la tierra, el Redentor del mundo procuró presentar clara y sencillamente sus lecciones de instrucción, a fin de que todos las comprendieran; ¿y podremos sorprendernos de que eligiera el aire libre como su santuario, que deseara estar rodeado por las obras de su creación? ... Tomó como las lecciones de su libro de texto las cosas que su propia mano había hecho. Veía en ellas más de lo que podían comprender las mentes finitas. AFC64 146.3

Las aves, que gorjeaban despreocupadamente sus cantos, las flores del valle resp andecientes en su belleza, los lirios que reposaban en su pureza en el seno del lago, los elevados árboles, la tierra cultivada, el trigo ondeante, la tierra estéril, el árbol que no dio fruto, las colinas eternas, los arroyos burbujeantes, el sol poniente, coloreando e iluminando los cielos, todos esos elementos empleaba para impresionar a sus oyentes con la verdad divina. Relacionaba la obra de los dedos de Dios en los cielos y en la tierra con a Palabra de vida. De allí extraía lecciones de instrucción espiritual. AFC64 146.4

Las bellezas de la naturaleza tienen una lengua que nos habla sin cesar. El corazón abierto puede ser impresionado con el amor y la gloria de Dios, como se ven en las obras de sus manos. El oído que escucha puede oír y entender lo que Dios dice por medio de las cosas de la naturaleza. Hay una lección en el rayo de sol, y en los diversos objetos de la naturaleza que Dios presenta a nuestra vista. Los verdes campos, los elevados árboles, los capullos y las flores, las nubes que pasan, la lluvia que cae, el murmurante arroyuelo, el sol, la luna y las estrellas del cielo: todo invita a nuestra atención y meditación y nos manda que nos familiaricemos con Aquel que lo hizo.—The Youth’s Instructor, 24 de marzo de 1898. AFC64 146.5